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Guisantes, bacon y huevo pochado

abril 10, 2022

Guisantes. Son una verdadera belleza cuando llegan frescos al mercado. Los primeros de la temporada son una auténtica golosina, que se puede comer directo de la vaina. A mi me gustan, pero me resultan algo dulces. Eso sí, si los encuentras tiernos son un lujazo. Al menos un día, prueba a saltearlos con un poco de jamón o bacon y termina con un huevo pochado. Fácil, riquísimo y precioso. El verde intenso lo consigues teniendo cuidado de no cocer los guisantes de más, y poniéndolos inmediatamente en un baño de agua helada para cortar la cocción. Te apuntas?
Guisantes, bacon y huevo pochado
 
Ingredientes
200 gramos de guisantes frescos, limpios y sin vaina
50 gramos de bacon ( jamón si prefieres)
2 huevos
Aceite
Sal 
Pimienta
 
Preparación
Prepara un bol grande con hielo y agua. Hierve los guisantes unos 2 - 3 minutos en abundante agua con un poco de sal. No hace falta cocinarlos mucho, apenas para quitarles la rigidez. Comprueba y ajusta el tiempo para dejarlos ligeramente cocinados, pero con un poco de crujiente al morderlos. En cuanto estén los guisantes, vierte sobre un escurridor o un colador grande, y una vez sin el agua de cocción, sumerge el colador en el bol de agua helada preparado. Con esto cortarás la cocción, mantendrán su punto y conservarán el verde intenso. 
Mientras los guisantes se cuecen, cocina el bacon cortado en tiras o dados, hasta que suelte su grasa y quede crujiente. Escurre los guisantes, y saltea ligeramente con el bacon. 
En un cazo, pon agua a hervir y vierte un huevo. Usa una cuchara para hacer círculos moviendo el agua cuando viertas el huevo. Así conseguirás un mejor resultado. Deja hervir de 2 a 3 minutos, retira con una espátula, escurre en un plato para eliminar el exceso de agua. Sirve sobre los guisantes salteados y termina con un poco de sal y pimienta negra si quieres. 

Focaccia sin gluten

marzo 09, 2022

Con esta focaccia sin gluten he conseguido quitarme el antojo, al menos de momento. No tenía receta de focaccia sin gluten y tenía muchas ganas de tener una para usar de continuo, así que cuando encontré por casualidad esta receta en un libro de cocina sin gluten, tuve que probarla. La focaccia nos encanta  en casa, y cuando la hacemos no dura absolutamente nada. Así que una receta para mí, sin gluten, era algo que echaba de menos. El resultado es bastante bueno, pero creo que todavía voy a seguir buscando alguna otra opción. Mientras la encuentro, esta desde luego me va de maravilla. Como siempre trabajando sin gluten, esta masa no sube y coge cuerpo y se esponja como las focaccias que estoy acostumbrada a hacer con gluten. Pero entre las opciones que he probado sin gluten es una seria contendiente que ha venido para quedarse. Como todas las preparaciones sin gluten, no aguanta bien el paso del tiempo, pero recién hecha, está muy, muy rica. Una focaccia más que aceptable.   

Focaccia sin gluten con tomatitos y aceitunas

Ingredientes

2 cdtas de levadura de panadería fresca (1 cdta de levadura seca)
2 cdtas de miel
2 cdas de agua templada
450 gr de harina de pan sin gluten, o de harina normal con 1 y 1/2 cdta de  goma xantana
300ml de leche templada
2 huevos batidos
1 cdta de vinagre
3 cdas de buttermilk o suero de leche
1 cdta de sal fina
20 tomatitos cherry, cortados por la mitad
20 aceitunas negras, sin hueso.

Aceite de oliva
Sal en escamas

Necesitarás una bandeja que pueda ir al horno de unos 33x23 cm 

Preparación

Pon la levadura, la  miel y el agua templada en una jarra y deja unos 10 a 15 minutos, hasta que la mezcla esté espumosa.  
Tamiza la harina en un bol grande y añade la mezcla de la levadura, la leche templada, los huevos, el vinagre, el buttermilk, la sal fina y mezcla hasta todo esté incorporado a la masa. Pinta la bandeja con aceite de oliva. Vierte la mezcla, cubre con un paño limpio y húmedo y deja que leve en un sitio cálido una hora aproximadamente, hasta que la masa haya duplicado su tamaño. 
Una vez ha levado, precalienta el horno a 190º. Pon los tomates y las aceitunas encima, y presiona ligeramente. Rocía con un chorrito de aceite de oliva y espolvorea con sal en escamas. Lleva al horno precalentado unos 30 a 40 minutos, hasta que el pan esté hecho. Sirve templado y consume en el mismo día. 


Mini burguer de berenjena

diciembre 03, 2021


Estas mini hamburguesas son un pequeño descubrimiento. En realidad, puedes hacer las versiones que prefieras, pero lo que más me ha gustado de hacer esta receta es que es perfecta como opcion vegetariana cuando vas a hacer un surtido de sliders. En lugar de hacer hamburguesas grandes, hace tiempo que prefiero hacer hamburguesas más pequeñas y poner diferentes combinaciones. Para eso, o bien compras pancitos de hamburguesa mini, o te dejo debajo mi receta de pan de hamburguesa, y los haces tú misma. Congelan bien, y aguantan también bastante bien unos días en una caja hermética, así que si vas a preparar una comida de picar, o similar, te vendrán muy bien. El relleno para mí es ideal como opción vegetariana. Berenjena aliñada, tomates y queso de cabra. Queda perfecto, sabroso y riquísimo. Son de las que antes se acaban! 

Mini burguer de berenjena y queso de cabra
 
Pan de hamburguesa
 
Ingredientes
290 g de leche tibia
8 g de levadura seca instantánea
30g de azúcar
70 g de aceite (yo usé de girasol, prefiero que no le de sabor)
1 huevo
420 g de harina de repostería
4 g de sal
1 huevo para pintar los panes

Preparación
En el cuenco de una batidora de pie (yo uso Kitchen Aid), mezcla suavemente la leche, la levadura, el azúcar y el huevo. Añade 3 tazas de harina, el aceite y la sal. Mezcla con la pala a velocidad baja hasta que se integren. Cambia al gancho de amasar. Amasa a baja velocidad durante unos 5 a 7 minutos hasta que la masa esté suave y elástica. Agrega más harina en los primeros minutos si te parece demasiado húmeda y pegajosa, 1 cucharada cada vez. La masa debe estirarse sin romperse pero todavía se sentirá ligeramente pegajosa al tacto.
También puedes hacer la masa a mano mezclando todos los ingredientes y amasando 10 minutos hasta que se esté suave y no se pegue a las manos.
Divide la masa en piezas de similar tamaño, y forma los panes. Para estas mini burguers, yo he hecho bollitos redondos y pequeños. Puedes hacer bollos más grandes, o incluso panecillos alargados para perritos calientes con esta misma receta. Si la masa se resiste al estirar, cubre con un paño de cocina 10 minutos para que el gluten se relaje (la masa se volvera más elástica). Coloca los panes sobre la bandeja del hornear bien separados unos de otros. Cubre con un paño limpio, y deja levar unos 30 a 35 minutos. Precalienta el horno a 180 grados. Cubre una bandeja para hornear con papel de hornear o una plancha de silicona.
Pincela los panes con leche, y hornea de 10 a 12 minutos hasta que estén dorados y suenen huecos al golpearlos por debajo. Retira de la bandeja y dejar enfriar por completo y tapados con un paño (para que se ponga suave la corteza) sobre una rejilla. Los panes se pueden congelar en una bolsa ziploc o guardar en un recipiente hermético una vez fríos.

Para la burguer de berenjena y queso de cabra
Ingredientes
2 berenjenas grandes
3 tomates
1 rulo de queso de cabra
Aceite de oliva virgen extra
Vinagre
1 diente de ajo
Orégano seco
Sal
Pimienta

Preparación
Corta las berejenas en rodajas de medio centímetro y pinta con aceite de oliva. Llévalas al grill caliente hasta que estén blandas y tostadas por los dos lados. Reserva en una fuente amplia aparte, en una sola capa.
Haz un aliño en un bol con 6 cucharadas de aceite de oliva, 2 cucharadas de vinagre, un diente de ajo picado, media guindilla picada y media cucharadita de orégano seco. Añade sal y pimienta al gusto, mezcla bien hasta emulsionar y vierte sobre las berenjenas. Deja que empapen bien el aliño. Dales la vuelta pasados un par de minutos, y monta los bocadillos. Abre los pancitos de hamburguesa, pon unas rodajas de tomate, berenjenas, añade un poco del aliño, un poco de queso de cabra, y a disfrutarlos. Si prefieres, puedes pasar ligeramente el queso de cabra por el grill justo antes de servirlo.

Pizza con pesto y burrata

junio 23, 2021

 Nunca me han acabado de emocionar las pizzas sin tomate en la base. Sin tomate y sin queso. No necesito mucho más, pero eso ha sido siempre innegociable.
Las pizzas que no lo llevan nunca han acabado de convencerme. Puedo comerlas, claro, pero siempre tengo la impresión de que les falta algo, de que son menos pizza. Me resultan sospechosas, y, en general, bastante insípidas, como si fueran pizza solo a medias.
Claro que por algo la pizza margarita es la quintaesencia de la pizza italiana: tomate, queso y albahaca. Eso, que parece tan poco por lo acostumbrados a ponerle cosas encima a la pizza, como si fuera un concurso para calcular cuánto peso puede resistir la masa, en realidad, es muy difícil. Precisamente, porque al tener tan poco, si la masa no es perfecta y está bien horneada, si la salsa de tomate no es buena, o el queso no es sabroso, si algo falla en esa ecuación tan sencilla, todo termina en desastre.
Y tal vez por ese aprecio al gusto original, las pizzas sin base de tomate me resultan siempre menos pizza. Pero como en todo, toda regla tiene su excepción.
Había hecho pesto casero y tenía burrata y decidí hacer esta pizza con pesto en la base en lugar de tomate. Imaginaos la convicción que tenía, que como en la receta de pizza que uso siempre salen dos pizzas hermosas, en lugar de congelar la otra parte de la masa, como suelo hacer, la hice con su base de tomate y queso. Estaba segura de que no les iba a gustar y no quería que se quedaran sin cenar.
Y no, os podeéis imaginar que sin cenar no se quedaron. Os podéis imaginar que si me descuido no veo ni cómo se la terminan. 
Tal fue el éxito que hemos quedado en repetirla como parte de nuestra rotación habitual, y eso, señoras y señores, eso en nuestra casa son palabras mayores, que una ya lleva años haciendo pizza y el personal está muy bien acostumbrado, para qué os voy a decir otra cosa. 
Pizza con pesto y burrata
 
Ingredietnes
Masa de pizza
500 g de harina de fuerza
300 g de agua
30 g de aceite de oliva virgen extra 
10 g de sal
10 g de levadura de panadería deshidratada
 
Pesto genovés (puedes  comprarlo o hacerlo casero con esta receta que uso yo)
Unas lonchas de jamon serrano o de Parma
Alcachofas cocidas
Unos tomates secos en aceite
2 unidades de burrata
Unas hojas de rúcula para servir
Limón para exprimir sobre la pizza al servirla


Preparación
Pon en la cubeta de la amasadora los ingredientes de la masa y amasa con el gancho unos 5-7 minutos, hasta formar una masa elástica. Si lo haces a mano, mezcla la harina, la sal y la levadura. Ponlo en la mesa de trabajo y haz un volcán con la harina. Vierte dentro el agua y comienza a amasar. Añade el aceite y amasa hasta conseguir una masa elástica y uniforme, que no se pegue a los dedos ni a la mesa. Pon la masa en un bol aceitado, cubre con film de cocina o un paño húmedo y deja reposar hasta que doble su volumen. 
Enciende el horno a 220º. 
Desgasifica la masa, divide en dos bolas, y sobre una superficie de trabajo ligeramente enharinada, dale forma a la pizza. Si lo necesitas, ayúdate con un rodillo. Pon la pizza sobre una bandeja o rejilla de horno con papel de hornear o una hoja de silicona. Pon 3 cucharadas de pesto y reparte bien por la superficie. Reparte las alcachofas troceadas y el tomate seco. Lleva al horno unos 10-12 minutos, hasta que la pizza esté hecha. Saca, y añade el jamón, la burrata, y la rúcula. Rocía con limón y sirve inmediatamente, mientras la burrata se deshace con el calor residual de la pizza.


Ensalada fría de patata

junio 03, 2021

La ensaladilla rusa, igual que la tortilla de patatas o la paella, se hace en todas las casas y en todas es igual, porque en todas es diferente. En cada casa se le añaden o se le quitan cosas, se reduce la patata a puré o se deja consistente, se le pone huevo cocido, o pimientos, o pepinillos en vinagre. Y podría seguir, pero creo que os hacéis una idea.
Lo cierto es que la hagas como la hagas, todas las ensaladillas saben mejor en verano directamente de la nevera. Nunca he entendido por qué la llamamos ensaladilla rusa, o por qué es tan diferente de una ensalada de patatas alemana, cuando en teoría, la base es tan parecida.
Pero la hagas como la hagas, y te surjan o no dudas existenciales al pensar en ella, seguro que tienes una opción favorita.
Yo la hago en varias versiones, que dependen, básicamente, de lo que tenga a mano en casa y en la nevera, o de las preferencias de quien la vaya a comer. Esta de hoy no es la versión habitual, pero es otra idea igual de rica. Sobre un poco de pan, a modo de pincho, entra todavía mejor, y con una cervecita fría al borde de la piscina, en la playa o en una terraza, ya ni te cuento.
Yo de momento, me lo tengo que imaginar. No sabéis las ganas de pasar calor que tengo. La distancia con el COVID se está haciendo demasiada. Así que, quejaos todo lo que queráis, pero disfrutad del calorazo del verano por vosotros y por los que no sabemos cuándo vamos a poder volver por allá.
Ensalada fría de patata
Ingredientes
2-3 patatas (450 g)
2 zanahorias
2 huevos
20 aceitunas negras
3 cucharadas de guisantes en conserva
4 pepinillos en vinagre
Salsa mayonesa al gusto
2 -3 cucharadas de mostaza a la antigua (opocional)
Sal
  
Preparación

Pon las patatas (limpias y con piel) a cocer a fuego suave en una cazuela con agua fría. Pela las zanahorias y añádelas. Déjalas cocer durante 20 minutos. A los 20 minutos de cocción,introduce los huevos, sal y deja cocer durante 10 minutos más. (el tiempo dependerá mucho del tipo de patata, presta atención para que no se deshaga y ajusta los tiempos).
Escurre el agua, deja que se temple todo. Reserva las zanahorias en un plato y pela las patatas y el huevo. Pica la patata, el huevo y la zanahoria en daditos. Corta las aceitunas en rodajas y pica en dados los pepinillos. 
Pon la patata, el huevo, la zanahoria y las aceitunas en un cuenco grande, agrega los guisantes e incorpora la mayonesa y mezcla suavemente. Opcionalmente, a mí me gusta mucho añadirle un par de cucharadas de mostaza a la antigua a la mayonesa. Prueba, pon a punto de sal y sirve.

Pan naan con ensalada de pollo marroquí

enero 21, 2021


Esta receta me lleva de vuelta a los primeros años de blog, cuando lo usaba para tener en un mismo sitio esas recetas que quiero tener a mano y no olvidar.

Este ha sido un pequeño descubrimiento de los últimos años. En realidad, lo de menos es la ensalada, o el pan naan (que ya lo he publicado antes y puedes hacer con esta receta, o comprarlo comercial, o cambiarlo por pan de pita). Lo verdaderamente imprescindible era tener localizada la mezcla de especias que uso para hacerlo y que me encanta. A mí me recuerda a los típicos pinchos morunos, así que si tienes una mezcla de ese estilo que te funcione, no te descubro nada en absoluto. Yo creo que esta queda genial, y la uso con pechuga de pollo, en lugar del cerdo con el que se suelen hacer los pinchos.

Después de hacerla un par de veces, hice dos cosas que te recomiendo y que me vas a agradecer si te animas a hacerlas. La primera, hacer cierta cantidad y congelar en porciones para tenerlo a mano. Pon los trozos de pollo bien cubiertos con su adobo extendidos sobre una bandeja con papel de hornear y lleva al congelador. Despues de una hora, puedes ponerlos en una bolsa de congelación y así podrás sacar solo las piezas que necesites en el momento. La ventaja de congelarlo es que te saltas el paso de la maceración. Lo haces, lo congelas y lo usas cuando quieras sin tener que dejarlo unas horas antes de poder usarlo. El hecho de congelarlo con las especias hace que coja los sabores igual o más que si haces un adobo.

La segunda idea es también muy obvia, pero te la cuento igual por si te sirve. Haz dos, tres o más veces la cantidad que te indico. Ponla en un bote hermetico y etiquetalo y ya tienes la mezcla lista para usarla cuando quieras con lo que quieras, no solo en esta receta. Pero incluso si solo la usas para esto, también te vendrá genial tenerla lista en lugar de tener que volver a mezclar especias. De hecho, desde que la tengo así, hay veces que simplemente la uso en lugar de ponerle sal a una carne, una pieza de pollo o cualquier otra cosa, para darle más sabor. 

Pruébala y ya me contarás.  

Pan Naan con ensalada de pollo marroquí. 

Ingredientes
Pan naan (Esta es mi receta

4 pechugas de pollo cortadas en cuadraditos

3 Tomates

Medio pepino

Una cebolla morada

Perejil o cilantro al gusto, y limón para servir


Mezcla de especias:

1 cdta de cayena molida

1/4 cdta de canela molida

1/2 cdta de  comino molido

1/2 cdta de cilantro molido

1/2 cdta de pimentón ahumado

1 cdta de sal

1/2 diente de ajo, aplastado

Zumo de medio limón

 

Preparación 

Pon todos los ingredientes de la mezcla de especias en un bol grande y mezcla bien hasta tener una pasta.  Pon el pollo en el bol y cubre bien todos los trozos con la pasta. Deja marinar un par de horas en la nevera, cubierto con papel film; si puedes, mejor de un día para otro, o congélalo como te indico en el texto. 

Cuando quieras usarlo, en una sartén, pon un poco de aceite y fríe el pollo unos 3-4 minutos por cada lado, o hasta que se tueste ligeramente. 

Pica en dados el pepino y el tomate. Corta la cebolla a pluma. Sirve el pollo sobre pan naan con las hortalizas y acompáñalo de cilantro o perejil,  y limón en gajos.

Crema de zanahorias y jengibre

diciembre 01, 2020

Una cremita caliente apetece siempre, y ahora, con estos días tan cortos, todavía más. Yo es que soy muy fan de cremas y sopas, -si os dais una vuelta por el blog veréis que hago muchas-, y es que, aunque no todos me siguen en casa, a mí me apetecen siempre. 
Cuando vivía en España solía tomarlas como primer plato. Desde que estoy fuera, las sopas se han ido haciendo algo más contundentes y ahora son una comida rápida o una cena ligera, sobre todo si las enriquezco con arroz, legumbres, o pollo.
Esta es de una sencillez absoluta, pero tiene la belleza no solo del color de la zanahoria, que  te alegra los días grises de diciembre, sino el punto picante del jengibre, que levanta un poco el sabor del conjunto. A mí la zanahoria en crudo me encanta, pero cocinada me resulta dulzona y plana de sabor. Un poco de jengibre le va perfecto. Si te apetece, añádele también un golpe de cúrcuma. Ganará en color (intensificando el naranja), en sabor, y en propiedades antiinflamatorias. 
La tomes como la tomes, te va a encantar. Por mí que no quede darte opciones. 
A disfrutarla.
Crema de zanahorias, jengibre

Ingredientes 
1 cucharada de aceite de oliva
1 cebolla pequeña picada fina
1 diente de ajo picado
20 g de jengibre fresca, pelado y picado picado
200 g de zanahorias picadas
300ml de caldo de verduras
Pimienta negra molida
Aceite de oliva virgen extra para servir
 
Preparación 
Calienta el aceite en una cacerola pequeña a fuego medio. Añade la cebolla y cocina 2-3 minutos. Agrega el ajo, el jengibre y las zanahorias y cocina 5 minutos, revolviendo ocasionalmente.
Añade el caldo, rectifica de sal y pimienta. Lleva a ebullición, reduce el fuego, cubre y deja que se cocine a fuego lento unos 20 minutos, o hasta que las zanahorias estén suaves.
Tritura con una batidora de pie hasta que tengas una crema suave, vuelve a calentar si es necesario. Sirve en boles y añade un chorrito de aceite de oliva virgen extra y un golpe de pimienta negra recién molida.

Koftas de cordero y salsa tzatziki

junio 23, 2020
Estos koftas son una forma fácil de variar tus comidas de verano, y perfectos para dejarlos preparados y hacerlos en un momento justo antes de tomarlos.
Una opción perfecta es incluirlos en tu barbacoa. La forma tradicional es hacerlos con cordero. De hecho, son como albóndigas de cordero. Pero si te resulta demasiado graso o demasiado fuerte, a mí me encanta cambiarlos y hacerlos con carne de pollo o pavo picadas (mezcla pechuga y contramuslos, o solo contramuslos, para que no sea demasiado seco).
Las hierbas y especias le dan el punto de sabor que necesita; y si tienes cuidado de que no queden secos por dentro, sino jugosos, tendrás un plato de 10.
Acompáñalos de salsa tzatziki, para un contraste perfecto. El mejor consejo: Hazla casera, no la compres. Es supersencilla de hacer en casa, y si te quedan restos, es perfecta al día siguiente para untar en el pan o con verduritas crudas o a la plancha.
Si en lugar de hacerlos en sartén, te animas por la opción de la barbacoa, una buena opción es hacer suficiente salsa y añadir verduras a la barbacoa. Con la excusa de acabar la salsa, te darás un auténtico festín.
No te resistas!


Koftas de cordero
200 gramos de carne de cordero limpia de grasa
½ cebolla pequeña
½ cucharadita de pimentón dulce
½ cucharadita de comino en polvo
Una pizca de canela
1 cucharada de hojas de menta picadas
Ralladura de limón, al gusto
Sal
Pimienta negra
Aceite de oliva

Salsa Tzatziki
Yogur griego sin azúcar
Pepino
Hojas de menta picadas
Aceite de oliva
Pimienta negra

Preparación
Pon todos los ingredientes salvo el aceite de oliva en la picadora o el robot de cocina, y tritura hasta conseguir una pasta bien mezclada.
Coge porciones de masa con dos cucharas soperas, o con las manos y dales forma de croquetas, alargadas, hasta terminar la masa (unas 8-10 unidades). Cúbrelas con papel film y llévalas al frigorífico 30 minutos o hasta el momento de cocinarlas.
Para prepararlas, pon un poco de aceite en una sartén y fríelas a fuego medio unos 5 minutos por cada lado. Puedes usar una tapa para asegurarte de que se cocinan por dentro. Sube el fuego cuando casi estén hechas para tostarlas por fuera.
Sírvelas sobre pan de pita con pepino, hojas de menta y salsa Tzatziki. 

Hummus de sabores

junio 09, 2020
Hace años, cuando descubrí el hummus, lo compraba hecho porque no tenía idea de lo fácil que era hacerlo en casa. Hace años, el hummus era relativamente exótico y se conseguía en tiendas gourmet. Y un día, hace años, encontré alguna receta, probé a hacerlo en casa… y hasta ahora.
Ya sé que a estas  alturas del partido el hummus es algo tan común que ni se te ocurriría pensar que no lo vayas a encontrar en el lineal de tu supermercado. Pero si por esa misma comodidad no te has animado a hacerlo, pruébalo en un par de versiones como las que te propongo hoy y verás qué gustazo de entrante con crudités, o con pan de pita tostado, o casi, casi como tú quieras. En verano da mucho juego, pero en casa, durante todo el año lo usamos para hacer unos wraps vegetales para la comida. Básicamente, pones un par de cucharadas de hummus, y tomate, zanahorias, lechuga, y lo que te apetezca, y tienes un rollito de lo más apetecible para un lunch ligero.
Durante mucho tiempo he estado haciendo la versión clásica del hummus, pero hay tantas mezclas y tantas posibilidades, que sólo es cuestión de animarse y probar cualquier cosa que se te ocurra, porque lo cierto es que lo admite casi todo. Aquí tienes un par de opciones para que pruebes.

Hummus de pimientos

Ingredientes
1 lata de garbanzos cocidos (bien lavados y escurridos)
4 pimientos de piquillo asados, escurridos
1 pimiento morrón pequeño (de lata)
3 cucharadas soperas de aceite de oliva
2 dientes de ajo
Zumo de limón (1 o 2, al gusto)
1/2 cucharadita de comino en polvo
1/2 cucharadita de pimentón dulce
Sal

Preparación
Pon en el vaso de la batidoratodos los ingredientes y bate bien hasta conseguir una crema homogénea. Ajusta añadiendo agua si fuera necesario, una cucharada cada vez. Prueba y rectifica de sal si fuera necesario. 

Hummus con yogur

Ingredientes

1 lata de garbanzos cocidos (bien lavados y escurridos)
1 yogur natural sin azúcar
1 pimiento morrón pequeño (de lata)
3 cucharadas soperas de aceite de oliva
2 dientes de ajo
Zumo de limón (1 o 2, al gusto)
1/2 cucharadita de comino en polvo
1/2 cucharadita de pimentón dulce
Sal


Preparación
Pon en el vaso de la batidoratodos los ingredientes y bate bien hasta conseguir una crema homogénea. Ajusta añadiendo agua si fuera necesario, una cucharada cada vez. Prueba y rectifica de sal si fuera necesario.

Pollo estilo chino con almendras

mayo 12, 2020
Esto es lo que aquí se llama un fakeaway en toda regla. O hacer un take away en casa mejorando (aligerando, desgrasando) la receta. Pero es que tiene que ser fake sobre todo porque los restaurantes chinos de aquí no tienen los mismos platos que los restaurantes chinos en España. O en otros países. Vale que la comida china tiene una variedad tremenda, pero siempre me ha parecido divertido que en cada uno de los países en los que he vivido, los restaurantes chinos ofrecían cosas distintas. 
Cuando vivía en España teníamos un restaurante chino al lado de casa. 
Siempre me traerá buenos recuerdos. 
Cenamos allí en nuestra primera noche en Palma, recién llegados del aeropuerto, cuando nuestro vuello llegó tarde y teníamos el frigo vacío en nuestra nueva casa. 
Fuimos después multitud de veces y vimos más de una y de dos noches hacer los deberes al hijo de los dueños, vigilado de cerca por su madre, en una mesa algo apartada. El mismo chaval que con los años luego empezó a ayudar en el restaurante. 
Y la comida era rica, muy rica. 
Teníamos un menú fijo que nos encantaba. Este plato de hoy solía ser uno de los favoritos de J. y no lo hay en los chinos de aquí. Así que cuando vi lo sencillo que es de hacer, y ya de paso, controlar lo que le añades, lo probamos y os puedo decir que queda muy, muy auténtico. 
El otro de mis favoritos era la ensalada china, con esa salsa ácida y dulce al mismo tiempo. Pero como esa solo me gusta a mi, la hago en contadas ocasiones.  
Este pollo lo repetiremos a menudo, porque nos ha encantado y sale perfecto para quitarte el antojo de comida china - española.


Pollo estilo chino con almendras
Ingredientes

3 o 4 pechugas de pollo cortadas en trozos de bocado
50 g de almendras crudas sin tostar
2 zanahorias peladas y cortadas en rodajas de grosor medio
1 calabacín pequeño cortado en trocitos
1 cebolla cortada en octavos
250 ml de caldo de pollo
½ cucharada de maicena
1 cucharada de kétchup
1 cucharada de miel
50 ml de salsa de soja
un pizca de jengibre en polvo
sal
aceite

Preparación

Tuesta las almendras en una sartén sin aceite, con cuidado de que no se quemen, y reserva hasta el momento de usarlas.
En un bol, pon el caldo a temperatura ambiente. Añade la maicena y mezcla hasta disolver. Añade a esta mezcla el kétchup, la miel, la salsa de soja y el jengibre y mezcla de nuevo para completar la salsa.
Pon un poco de aceite en una sartén y saltea el pollo. Retira y reserva. En la misma sartén, añade un poco de aceite y cocina la cebolla y la zanahoria unos 3 o 4 minutos. Añádele el calabacín y cocina otros 4 minutos. Incorpora el pollo reservado y cocina todo junto un par de minutos para que se mezcle bien. En este punto, añade la salsa y las almendras y cocina unos 15 minutos a fuego medio.
Sirve el pollo acompañado de arroz blanco de grano largo.


Crema roja de verduras

mayo 05, 2020
Esta es todavía otra forma de hacer otro plato de un plato que ya has cocinado y has guardado, o del que has hecho cantidad.
¿Te acuerdas de la sopa de verduras cajún?
Pues justo en el último paso, si no le añades las alubias ni el champiñón, o si retiras una parte antes de añadirlos, y los pasas por un robot de cocina o una batidora, tienes esta crema de verduras.
Otro plato más cocinando solo una vez.
A mí me viene genial, porque como siempre, puedes congelar en porciones e ir tirando de recurso cuando lo necesites.
Una idea supersencilla que igual os sirve.


Rollitos frescos de papel de arroz y gambas estilo vietnamita

marzo 10, 2020
Éste ha sido un reciente descubrimiento que no puedo dejar de compartir y recomendar. La idea de hacer unos rollitos con papel de arroz estilo vietnamita llevaba tiempo rondándome la cabeza.
Llevaba mucho tiempo rondándome la cabeza.
De hecho, acabo de comprobarlo y llevaba casi una década rondándome la cabeza.
Lenta de reflejos, sí, ya sé.
Bueno, la historia es muy sencilla. Había una vez una blogger que empezaba a cocinar y a hacer fotos allá por 2010-2011. Y en aquella época prehistórica en la que Instagram todavía era una broma en construcción y YouTube era marginal, los blogs eran otra cosa. Uno de aquellos blogs era White on rice couple. Y en él fue la primera vez que vi unos rollitos vietnamitas y pensé que tenía que estar genial probar a hacerlos alguna vez. Y ya, de paso, probar a comerlos, porque no había tenido el gusto, nunca.
Aquello quedó en una carpeta de recetas pendientes que durante años me acompañó en mis sucesivas  mudanzas. Sí, esta abuelita venerable coleccionaba recetas en papel antes de que se cruzaran en mi vida otras formas electrónicas de lidiar con todas las inspiraciones y recetas pendientes que colecciono. De vez en cuando, la veía allí, pero no terminaba de arrancar y hacerlos. Otras cosas habían tomado siempre precedencia.
Una de las razones más simples es que no he hecho demasiadas cosas de cocina asiática en casa. No la conozco demasiado y me resulta totalmente ajena a mi cultura gastronómica. Hasta que hace relativamente poco tiempo me he acercado a un supermercado asiático, tampoco había utilizado ni tenido demasiada curiosidad por este tipo de cocina. Pero en una de las incursiones al Asia market encontré papel de arroz para hacer rollitos, y ahí sí que la conjunción planetaria hizo que, por fin, y después de casi una década, me decidiera a probarlos.
Bueno, una historia muy larga para un resultado mucho más rápido, delicioso y ligero de lo que os podeis imaginar.
Realmente, no seguí ninguna receta. Incluso la salsa me la saqué de la chistera después de un par de intentos de mezclar cosas.
Y es que esto es una interpretación más que libre y muy, muy simple de lo que pueden ser unos rollitos originales, pero totalmente recomendable. Y sencilla: yo elaboré unos cuantos y el resto los terminaron mis hijas.
Os dejo aquí la receta que utilicé yo, porque sobre todo quiero registrar la salsa. Los rollitos estoy segura de que los podría replicar – más o menos- para la siguiente vez, porque se trata más de una idea que de una receta estricta, pero la salsa me encantó, así que necesitaba registrarla.
Espero que os guste tanto como a nosotros.

Rollitos de papel de arroz con gambas, estilo vietnamita 

Ingredientes
Media lechuga
Unas hojas de rúcula u otras variedades de lechuga o escarola
1 zanahoria
Unas ramas de apio
Brotes de soja, frescos o en conserva
Unos langostinos o gambones cocidos
También puedes añadirles fideos de arroz (vermincelli) si quieres hacerlos algo mas completos

Salsa
2 cucharadas soperas de aceite neutro (sésamo, cacahuete, girasol o cualquiera de semillas)
2 cucharadas soperas de vinagre de arroz
1 cucharadita de salsa de soja
1 cucharadita de guindilla
1 diente de ajo prensado
Sal (solo si fuera imprescindible, la salsa de soja es salada y esta salsa queda muy sabrosa sin sal )
Opcional: una o dos cucharaditas de mantequilla de cacahuete.

Corta todas las hortalizas en tiras finas de un tamaño similar y reserva. Prepara un plato hondo o una fuente honda redonda y pon agua bien caliente hasta la mitad de la altura. En una superficie de trabajo amplia y limpia, prepara los ingredientes. Sumerge una hoja de papel de arroz y mantenla unos segundos en el agua, hasta que deje de estar rígida y adquiera una textura gelatinosa. Sácala del agua, y extiende con cuidado sobre la superficie de trabajo. Coloca unas cuantas tiras de las hortalizas con cuidado de no sobrecargarla o no podrás cerrar el rollito. Pon un gambón sobre el lecho de verduras. Ciérralo, enrollándolo aproximadamente un tercio de su tamaño. Ahora, lleva los lados hacia adentro, para que no se salga el rollito ni por arriba ni por abajo. Continúa enrollando, una vez hayas asegurado los extremos. La misma consistencia glutinosa del papel hará que no se abra. 
Puede que necesites hacer unos cuantos antes de que te salgan todos iguales, pero una vez les hayas cogido el sistema y mientras no los llenes demasiado, enseguida te resultará muy sencillo. Completa hasta acabar el relleno.
Mezcla los ingredientes de la salsa y corrige y ajusta a tu gusto. Sirve los rollitos junto con la salsa recién preparados.

Kebab casero (y ligero) con su salsa

febrero 27, 2020
El kebab es de las comidas callejeras que más he disfrutado durante años. Supongo que es el tema especia.
Me encantan los adobos, las marinadas, y alucino con lo que pueden cambiar los sabores si sabes manejar las especias.

He estado jugado con las especias otra vez, porque estoy volviendo a hacer comidas familiares más limpias y más ligeras, y para cambiar sabores y no aburrirte comiendo cosas similares, las especias son imbatibles.
Esta receta, además de que el resultado si te gusta el kebab te va a dejar encantada, te va a conquistar porque se hace práticamente sola: pones todos los ingredientes en la picadora, de ahí al mode, y al horno.
Y ya está.
La primera vez que la hice usé las cantidades que indica. A la vista del éxito, la siguiente vez, la doblé. Vale la pena hacer el doble, pero mi consejo es que lo hagas en dos moldes para asegurar que se hace en el mismo tiempo y se cocina por dentro.
Si además le añades un poco de la salsita, te harán la ola.
Kebab casero
Ingredientes

Aceite de oliva
500 gramos de carne  picada con el mínimo de grasa (puedes optar por la que quieras: ternera, pollo, pavo. Yo uso muslos de pavo y los pico)
1 cdta de comino en polvo
½ cdta de ajo en polvo
¼ cdta de pimentón dulce
½ cdta de cilantro en polvo
1 cdta de oregano seco
1 cdta de mix de hierbas (si no usas preparado, usa una pizca de las que tengas a mano: oregano, tomillo, romero, mejorana, albahaca, pero no mas de 1 cucharadita en total)
¼ cdta de cayena en polvo
1 cdta de sal
Unos golpes de pimienta negra recién molida

Salsa para kebab
1 yogur natural sin azucar
1 cucharada sopera de mayonesa
1/2 diente de ajo picado 
oregano
1/4 cucharadita de comino en polvo
1 cucharada de zumo de limon
sal

Para servir (opcional)

Pan de pita integral
Ensalada verde




Preparación

Precalentar el horno a 180º (160 con ventilador). Engrasar bien con el aceite un molde de cake (1kg) antiadherente.
Poner todos los ingredientes en el robot de cocina y picar hasta que quede una pasta muy fina. Poner la mezcla en el molde y apretar bien por todas partes.
Cubrir el molde con papel de aluminio y llevar al horno 1 hora y 20 minutos. Pasado este tiempo, retirar el papel de aluminio y cocinar otros 10 minutos más.
Dejar reposar 10-15 minutos, y desmoldar. Cortar muy en lonchas muy finas y servir con el pan de pita, la ensalada verde y la salsa. 

Focaccia tradicional

febrero 11, 2020
Me gusta el pan.
Quiero decir que me gusta mucho el pan. Me gusta el pan nivel patatas fritas. Lo que, basicamente, quiere decir que empiezo a comer pan, y si no estoy muy concentrada en controlarme, puedo seguir hasta acabar la barra, la hogaza o la pieza que sea que este a mano. Igual que cuando abres una bolsa de patatas fritas y no paras hasta acabarla (porque todas sabemos que es un mito que exista alguien en este planeta que se coma SOLO los 30 gramos que son una racion). Pues exactamente lo mismo me pasa a mi con el pan.
Mis hijas son igual de panarras de yo, capaces todas de comer pan sin nada mas, sobre todo cuando esta recien salido del horno, y toda la casa se llena de ese olorcito que anticipa una miga esponjosa debajo de una corteza crujiente y tostada.
Este de hoy es una variante del pan, que he hecho muchas veces. Es una focaccia italiana que tiene los mismos ingredientes y que asi, cortada en tiras, he usado para servirla con aperitivos y ha sido un exito absoluto (con deciros que en Navidades, por aclamacion popular, tuve que hacerla tres veces, creo que os haceis una idea de que no soy solo yo la panarra nivel patatas fritas en esta casa).
En cualquier caso, y ya seas adicta al pan nivel profesional, o simplemente te apetezca probar esta receta, te adelanto ya que esta en particular es altamente adictiva. El truco esta en el agua salada con que la pintas antes de llevarla al horno, que hace, que al igual que los pretzels, tenga esa mezcla perfecta que te hace coger solo otro trocito mas… hasta que te das cuenta de que no has dejado nada.
Estais avisadas! 
Focaccia tradicional

Ingredientes
500 gramos de harina de fuerza (panadera)
300 ml de agua tibia
7 gramos de levadura seca de panadería
1 cdta de sal
1 cucharada sopera de aceite de oliva virgen

Para el acabado
30 gramos de sal
100 ml de agua
Aceite de oliva virgen

Mezclar los ingredientes en el bol de la amasadora y amasar hasta tener una masa homogenea y lisa (unos 10 - 15 minutos).
Hacer una bola, dejar reposar cubierto con film de cocina o con un paño húmedo en un sitio cálido hasta que doble su volumen. Cuando la masa haya crecido, desgasificar ligeramente sobre la superficie de trabajo. Pintar la bandeja de horno con unas gotas de aceite de oliva para que no se pegue, y extender la masa, empujando con la punta de los dedos hasta cubir toda la bandeja. marcar los dedos, estas indentaciones son típicas de la focaccia. Rociar con un hilo de aceite y dejar reposar de nuevo en la bandeja  hasta que suba de nuevo. Encender el horno a 220 grados, mezlar el agua y la sal, y pintar con esta mezcla la superficie de la focaccia. Marcar de nuevo los dedos si habían desaparecido, rociar con aceite de oliva y llevar al horno unos 25 minutos.
Servir cortada en tiras.

Ravioli

enero 28, 2020
La pasta fresca hecha en casa es absolutamente espectacular, pero es una de esas cosas que nunca me parece que justifique el trabajo que se invierte en hacerla. Yo es que soy muy cocinera de esfuerzo mínimo- resultado máximo. Y este plato, no nos engañemos, no es uno de ésos. Para nada.
Qué le voy a hacer, me encanta cocinar, pero no puedo con los trabajos interminables, laboriosos, de filigrana. Las recetas en las que la lista de ingredientes da la vuelta a la página, me dan palpitaciones. Las preparaciones con pasos y pasos, y más pasos, y manchando cacharros y más cacharros, me superan.  No son para mí.
Mi cocina es más directa, es más sencilla. Simple, si quieres.
El único motivo por el que hago este plato de vez en cuando (y de vez en cuando puede ser un par de veces al año) es porque mi hija L es una fan absoluta de los ravioli. Y aun más de los caseros.
Tengo una máquina de hacer pasta que no empleo a menudo, pero que sí uso con algo mas de frecuencia últimamente. Si tienes un par de horas puedes darte el gustazo de comer pasta fresca casera y de vez en cuando, es algo que hago. Pero los ravioli dan un poquito más de trabajo. Tampoco mucho más, porque lo que cuesta realmente es todo el proceso de hacer tu propia pasta, pero los ravioli me dan una flojera especial, así que nunca encuentro el momento de ponerme a ello.  
Ella los adora, así que hace un tiempo ella fue la responsable de que comprásemos ese accesorio para cortar ravioli que veis en las fotos.
De verdad que puedo contar con los dedos de la mano las veces que lo he usado.
Pero el gustazo que le doy bien vale otro cachivache más en la cocina. 
Desde luego que te recomiendo que los hagas al menos una vez, y luego ya decides si te compensa el esfuerzo invertido. Y la otra recomendación, como siempre que hago cosas laboriosas es aumentar las cantidades y congelar, congelar, congelar. Cocinar es bien. Pero un congelador inmenso es aún mejor.
El otro interés de esta receta está en la salsa de mantequilla y salvia. Puedes hacer los ravioli como en esta receta y acompañarlos de la salsa que mas te guste, pero quería añadir esta salsa al blog.
Como todas las salsas a base de mantequilla, es obscenamente rica y grasa. Así que úsala  esporádicamente.
Pero, como todas las salsas a base de mantequilla, está que te mueres.
Así que es bueno saber hacerla, aunque sea un par de veces al año, cuando hago estos ravioli.
Ravioli de pasta fresca rellenos de ricotta y espinacas con salsa de salvia
Ingredientes 
Para la pasta fresca
250 g de harina
2 huevos grandes
Sal 
Para el relleno de ricotta y espinacas
Aceite de oliva
1 diente de ajo
200g  de espinacas frescas, lavadas y escurridas
200g de queso ricotta (u otro queso tipo requesón si no encuentras ricotta)
40g queso parmesano rallado (y algo más para servir)
Ralladura de 1 limón
Para la salsa de mantequilla de salvia
20g de hojas de salvia frescas
1 diente de ajo
100g de mantequilla
Sal
Pimienta negra
Preparación
Batir los huevos con una pizca de sal. Sobre una superficie de amasado, hacer un volcán con la harina y verter en el centro los huevos batidos. Mezclar con cuidado y amasar hasta tener una masa flexible y lisa. Al principio, es una masa muy seca, pero gradualmente se integraran los ingredientes. Si después de un par de minutos de amasado la masa sigue sin formarse, añade una o dos cucharaditas de agua, y sigue amasando hasta obtener una masa consistente.  Cubre con film de cocina y deja  reposar en el frigorífico 30 minutos. Una vez reposada, extiende la masa con un rodillo intentando hacer una plancha muy fina. Prepara la máquina de pasta y pasa una porción de pasta empezando por la mayor apertura, dóblala para darle forma rectangular y vuelve a pasarla un par de veces. Reduce la apertura del rodillo y pasa de nuevo la hoja, repitiéndolo hasta que tengas la hoja del menor grosor que te permita tu máquina. Ten a mano suficiente harina para ir espolvoreando la masa al pasarla por la maquina y que no se pegue. Repite hasta terminar toda la masa. Una vez tengas hojas delgadas,  deja secar ligeramente la pasta extendida. Yo suelo poner varias cucharas de madera en la puerta del horno y la cuelgo de ellas, para que pierdan el exceso de humedad. Después de 30 minutos puedes formar los ravioli. 
Mientras la pasta se seca, haz el relleno de tus  ravioli: Saltea las espinacas en una sartén amplia con una gotita de aceite. Añade el ajo triturado, saltea un poco más y salpimienta. Retira inmediatamente y pon las espinacas a escurrir todo el líquido en un colador. 
Una vez bien escurridas, mezcla con los quesos y la ralladura del limón. Usa esta mezcla para rellenar los ravioli, poniendo una cucharadita dentro de cada uno. 
Para formar los ravioli, yo tengo el accesorio que ves en las fotos, con el que solo tienes que extender encima las láminas de masa, rellenar y poner encima otra lámina. Luego, pasas el rodillo y las indentaciones del molde cortarán los ravioli. Si no tienes un molde específico, extiende una lámina y pon montoncitos del relleno a distancia regular. Pinta con la punta del dedo humedecido en agua o con un pincel de repostería lo que serán los cuadrados de los ravioli y pon encima otra plancha de masa. Aprieta en las juntas con la punta de los dedos y luego pasa un cortador o un cuchillo para cortar las piezas. Deja los ravioli formados en una bandeja grande enharinada para que no se peguen y cubre con papel film si no los vas a usar inmediatamente.Yo suelo hacer bastante cantidad, porque es trabajoso hacerlos. En este paso, llevaría la bandeja al congelador y después de una media hora ya puedes ponerlos en una bolsa de congelación y terminar de congelarlos hasta que los vayas a usar. Este paso evitara que se peguen y así podrás sacar solo las unidades que necesites.
Una vez rellenos, cuécelos en abundante agua salada unos 2-3 minutos, hasta que se hinchen y suban a la superficie. 
Para la salsa, pon la salvia, el ajo y la mantequilla en una sartén en la que pueda entrar toda la pasta. Derrite a fuego medio la mantequilla y añade la pasta escurrida, mezcla bien y sirve inmediatamente, con un golpe de pimienta negra y otro de parmesano rallado.

Crema verde

enero 04, 2020
No, ni dieta, ni détox,  ni similares. Verdura. En enero, y en julio, en cualquier momento y a cualquier hora. Porque,  no nos engañemos, los postres son maravillosos, pero no nos alimentamos de ellos. En el tiempo que llevo con el blog he aprendido a hacer mucha repostería que de otro modo nunca hubiera imaginado que era capaz de hacer en casa. Es divertido, y tiene mucho que ver con el hecho de que el blog es un hobby y que cuando tengo tiempo para pensarlo, organizar compra, y tiempos de levados y demás, la repostería es el tipo de receta que antes y más me apetece hacer. Me lo paso tan, tan, bien probando nuevas recetas de repostería que a temporadas me olvido de incluir otras recetas aquí.
Normalmente, cuando cocino nuestras comidas habituales no tengo tiempo para las fotos. Otras veces, no me parece que sean recetas interesantes que merezca la pena compartir, porque todas podemos cocinar más o menos en automático y no le damos ninguna importancia a esa tarea diaria.  Pero hace un tiempo que mi hija L ha empezado a adelantar su cuenta atrás hacia la universidad y aunque todavía le falta bastbante para eso, me pidió que le pasara recetas. 
Fácil, ¿no? Yo pensé que era lo más sencillo del mundo. Están todas publicadas en el blog, no tendrás problema. Hasta que ella empezó a decirme qué cosas quería saber hacer y me di cuenta de dos cosas: 
La primera, que quieres llevarte los sabores de casa  contigo cuando vayas a explorar el mundo por tu cuenta. Y pensé que eso es una gran idea. Porque no importa lo que pase fuera, pero saber que al volver a casa te espera ese sabor que te reconforta y te hace sentir en tu sitio, te dará fuerzas para comerte el mundo. O al menos, te ayudará a que, cuando intente devorarte, tú puedas coger fuerzas y volver con ganas a enseñarle quién eres. También, y de forma más prosaica: que, como mínimo, estarás bien alimentada con sabores familiares. Y como mami, eso también es importante.  
Y la segunda, que en el día a día cocino muchas cosas muy sencillas y muy rápidas que son perfectas para aprender a cocinar. PERO que no están publicadas en el blog. 
En ese momento se unió mi otra hija y entre las dos me hicieron una lista muy, muy, larga de las recetas que necesitan. Ahora mismo son como 60 más o menos. Y estoy segura de que seguirá creciendo. Algunas de ellas sí están en el blog, así que técnicamente, pueden encontrarlas aquí. Pero la gran mayoría no.
Tengo unos cuantos meses por delante para preparar ese e-book con las recetas de casa que quieren llevarse y tener a mano.
Y, en el proceso, para compartir aquí también algunas de esas recetas para principiantes, que casi, casi se hacen solas: sencillas, rápidas, para el día a día y que para nosotros tienen sabor a casa.
Nuestra pequeña historia de sabores hecha de la cocina de mi madre, de mis años en el piso de estudiantes, de cocina mallorquina, de supervivencia con niñas pequeñas, de currys y cenas que se hacen en un solo cacharro. La geografía de nuestra memoria, que imagino que si llega el caso, no solo les quitará el hambre, sino que les hará sentir en casa.
Así que volviendo a la receta de hoy, esta es una de esas recetas que no tienen ninguna complicación y con la que comes un par de raciones de verduras de una forma muy fácil. Una de las mejores formas en las que siempre, siempre, siempre, me apetece comer verdura es en forma de crema o de sopa, según los días. Esta receta lleva escrito INVIERNO en letras mayúsculas. Y tiene la virtualidad de que se puede hacer con ingredientes que casi seguro que tienes en casa, incluso cuando crees que no tienes nada en la despensa. Si no tienes brócoli fresco, úsalo congelado, si no tienes guisantes congelados, úsalos de bote, si no tienes caldo de verduras, hazlo con un cubito o añade agua y luego ajusta de sal. Si te apetece ponerle otras verduras, adelante. Las cremitas de verduras son una auténtica maravilla en invierno: Si quieres, añádele queso rallado, o unos restos de pollo asado o cocido, y con un poco de pan tendrás una comida ligera perfecta para llevar al trabajo en un táper. Y si haces cantidad, congélala en porciones de ración. Cuando vayas a usarla, descongela preferiblemente en el frigo la noche anterior, y deja que de un buen hervor antes de servirla. Y voilá, un tazón humeante de cremita de verduras para hundirte en el sofá con una mantita.
No es mal plan para estas noches de enero, ¿no crees?
Crema verde - Brócoli, guisantes y yogur especiado
Ingredientes
1 cuchara de aceite de oliva
1 cebolla
1 diente de ajo
400 gramos de brócoli
300 gramos de guisantes congelados
200 gramos de patata
1 litro de caldo de verduras
Un manojo pequeño de menta, perejil o albahaca (opcional)
1 limón (zumo y ralladura)
Yogur natural sin azucar (para servir)
Pimienta (rosa o negra para servir)

Preparación
Pica la cebolla en brunoise y sofríe en el aceite en una sopera, unos 10 minutos, hasta que esté translúcida y suave. Añade el ajo prensado o picadito muy menudo, y cocina otro minuto más. Añade el brócoli en floretes, los guisantes y la patata cortada en cachelos, y vierte el caldo por encima. Lleva a ebullición, reduce el fuego a medio-bajo, y deja que cueza despacio unos 25 minutos. Añade las hierbas si las usas, la ralladura y el zumo del limón, y bátelo todo hasta tener una crema suave y homogénea. Rectifica de sal, y sirve. Decora con un poco de yogur natural sin azúcar y un golpe de pimienta al gusto.

Bao buns con pulled pork -sin vaporera-

noviembre 06, 2019
Me ha llevado mucho tiempo publicar esta receta, pero realmente hacerla no me costó tanto. Últimamente, desde que hago la receta y las fotos hasta que puedo publicarlas me lleva tiempo. Las que estáis familiarizadas con el trabajo que hay detrás de cada una de estas fotos entenderéis de qué hablo. Lo que ocurre es que esta receta es el resultado de un super antojo instagramero, que yo tengo muchos de esos. IG me daría para hablar un rato largo, pero por hoy me conformo con decir que hace un tiempo vi unos bao buns fantásticos que publicaba Eva Espallargas, aquí y al día siguiente hice yo estos. Si buscáis en su grid y veis la de tiempo que ha pasado entenderéis a qué viene esto. Pero, por el momento los plazos son los que son, y me sigo manejando con ellos. Esta intro tan larga y tan enrevesada viene a que no he tardado un mes y medio en hacerlo, qué va, esto es de verlo y hacerlo. Ya las fotos y lo demás..., pues es otra historia.
Sus bao, son la bomba y los míos se parecen a los suyos como un huevo a una castaña, porque nada de lo que ella les puso lo he repetido. Pero si alguien hizo que por fin me diera cuenta de que nunca había hecho unos bao buns fue ella.
Ya lo demás es puro mirar y ver qué puedo hacer con esta idea, porque ni tenía- ni tengo- vaporera de bambú, ni ingredientes para su relleno, ni nada de nada.
Así que no culpemos a la buena de Eva del resultado posterior, que los defectos son todos míos, pero sí de la inspiración, que es la buena, y esa es toda suya.
Eva hace una cocina de una sensibilidad y una sutileza espectaculares, con combinaciones de sabores y técnicas totalmente increíbles. A mí me encanta lo que hace, pero está a años luz de lo que hago yo. Lo aprecio, lo valoro muchísimo, me inspira, pero hablamos idiomas distintos. Así que digamos que con la idea que había encendido en mi cabeza yo hice... otra cosa. Y me acordé de que no sólo no había hecho los baos y esta era una ocasión perfecta para hacerlos y tener esta receta en el blog para futuras referencias, sino que tampoco había publicado la receta de pulled pork que uso en casa y nos encanta. Me quedaba una porción en el congelador, que usé para esta receta, y así la incluyo aquí, haciendo un dos por uno. Y es que me da por hacer varias veces seguidas un plato, pero como no lo publique rápido, luego me lío con mis propios ajustes, pierdo mis notas y no hay manera de repetirlo. Total, que así tengo bao y pulled pork publicados en un post.
Apañada que es una.



Bao Buns con pulled pork y salsa de frambuesa

Par los Bao Buns
Ingredientes (para unas 8 unidades)

250 gr de harina
75 ml de leche
50 ml de agua
15 gr de azúcar
2 gr de levadura seca
5 gr de sal
10 gr de aceite de oliva

Amasa todos los ingredientes en el robot de cocina con el gancho amasador unos minutos hasta que tengas una masa elástica y homogénea que se separe fácilmente de los dedos. Forma una bola y déjala reposar cubierta con papel film o un paño de cocina hasta que doble su volumen (1 -2 horas).
Tras el primer reposo, haz bollitos de similar tamaño (unos 40 gr) y deja reposar de nuevo hasta que vuelvan a duplicar su tamaño (aproximadamente media hora).

En este punto, usa la vaporera de bambú si la tienes. Yo en su lugar utilicé una olla con agua a punto de ebullición, a la que puse encima un colador. Sobre el colador pon un trocito de papel de horno y hornea los bollitos al vapor unos 12- 15 minutos. Deja reposar 5 minutos antes de hacerles un corte longitudinal en el centro y rellenarlo con lo que prefieras.



Pulled pork

Ingredientes

1,5 kg de aguja de cerdo

Mezcla inicial 

1 cucharada de sal
1 cucharada de ajo en polvo (o 3  dientes de ajo muy picados)
1/2 cucharada de pimienta negra
2 cucharadas de comino en polvo
40 g de azúcar moreno
1 cucharada de pimentón dulce
1/2 cucharada de pimentón picante (o incluso menos, ajusta el picante a tu gusto)
2 cucharadas de mostaza de Dijon
2 cucharadas de aceite de oliva
50 ml de agua


Además, necesitarás:

Aceite de oliva
Agua

Preparación

Mezcla todos los ingredientes de la mezcla inicial en un bol para hacer una pasta. Cubre la carne, bien limpia y seca, con esta pasta por todos sus lados. Pon un par de cucharadas de aceite en la olla a presión y fríe a fuego fuerte la carne para dorarla por todos sus lados. 
Añade el resto de la pasta y cubre completamente con agua la pieza de carne.
Cierra la olla rápida y ponla a presión alta (programa 2). Cocina 50 minutos desde que empiece a salir vapor por la espita. Una vez transcurridos los 50 minutos, apaga el fuego y deja salir todo el vapor de la olla antes de abrirla, siguiendo las instrucciones de seguridad de tu olla.
Saca la carne y lleva de nuevo al fuego la olla (abierta) con los jugos de la cocción y reduce la salsa hasta conseguir una glasa que haya evaporado el máximo de agua.
Pon la carne sobre una tabla, retira el exceso de grasa y desecha. Deshilacha la carne con ayuda de un tenedor. La carne deberá separarse fácilmente. Añade la salsa reducida a la carne deshilada y sirve. Normalmente yo separo varias raciones y la congelo. Queda genial y da mucho juego para tomarla de muchas maneras, como en estos bao buns.

Salsa de frambuesa

Ingredientes
100 gramos de frambuesas (o frutos rojos) frescas o congeladas
Azúcar al gusto

Preparación
Pon las frambuesas en un cazo de fondo grueso al fuego y deja que se deshagan a fuego suave, cocinandose en su propio jugo. Anade una cucharada de agua solo si fuera necesario, para no aguar la salsa. Prueba y rectifica de sabor con un poco de azucar a tu gusto.

Monta los bao buns abriendolos con un corte longitudinal en el centro, rellena con pulled pork, salsa de frambuesa y unas hojas de lechuga de la variedad que prefieras, o espinaca o rúcula, a tu gusto.

 
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