Sopa fría de pepino


Con el verano dando ya los últimos coletazos, todavía quedan días de calor en los que sigue apeteciendo comer fresquito. Al contrario que Mafalda, yo adoro las sopas en todos sus formatos; también las sopas frías. Pero con lo que no he podido nunca, nunca, es con el pepino.
Sí, has leído bien. Te traigo una sopa de pepino para decirte que no me gusta el pepino.
No soportaba el pepino (sigue sin volverme loca, la verdad) hasta hace nada. Este verano he empezado una terapia de desensibilización. Es decir, que lo he ido poniendo en pequeñas cantidades en ensaladas, hemos comido tzatziki para acompañar cantidad de platos y me he ido reconciliando con su sabor, así, en pequeñas dosis. Y al final, a fuerza de usarlo como de tapadillo, he conseguido que no me resulte tan intolerable. Lo he usado cortado en palitos con otras verduras y hortalizas en estos rollitos vietnamitas, y la semana pasada nos animamos a hacer sushi casero y también le pusimos su parte de pepino a algunas piezas. Así que tras este incremento gradual de la dosis, y mejorada mi tolerancia a su sabor, me vine arriba y me decidí a hacer una sopa fría de pepino que llevaba tiempo rondándome la cabeza. Básicamente, desde principios de verano. Me temía que me iba a seguir resultando demasiado potente de sabor, pero me pudo la curiosidad y me animé a probarla.
Y la verdad es que si te gusta el pepino no sé si te volverá loca, pero a mí me ha encantado y ya la tengo compitiendo muy de cerca con el gazpacho y la vichyssoise en el top de mis sopas frías favoritas. Además de muy rica, se prepara en un momento, no hay que hacerle apenas nada al servirla y es un primer plato refrescante perfecto para un día de calorazo. Y te lo dice una que sigue sin ser superfan del pepino.
Espero que te guste. 


Sopa fría de pepino
2 pepinos grandes
500 g de yogur natural
125 ml de agua
Sal
Para servir
Aceite de Oliva
Chile rojo
Unas hojas de menta fresca

Preparación
Pela el pepino y córtalo en dados no muy grandes. Pon en el vaso de la batidora el pepino, el yogur, y la mitad del agua. Añade la sal y bate hasta tener una crema. Ajusta con el resto del agua si fuera necesario, hasta darle la textura que prefieras.
Si quieres, puedes colarlo ahora y dejarás una sopa muy fina, pero no es imprescindible.
Llévalo al frigorífico, mejor un par de horas, y sirve muy frío decorado con un hilito de aceite de oliva, un poco de chile rojo y unas hojas de menta. Si te apetece, también le puedes poner unas bolitas de mozzarela, y un poco de tomate en dados.


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