Pues con el verano aquí no se me ha ocurrido nada mejor que cogerme un catarro de los que hacen historia. Es mi sino. Desde niña me mata el calor insoportable y el aire acondicionado. Así que hoy me he quedado en casa. Me duele todo, estoy fatal, y no apetece tomarse un caldito ni nada caliente. Si estamos a 30 grados! Así que he hecho una lasaña fresquita a ver si me anima. He usado lo que tenía a mano, pero creo que le iría muy bien tomate en rodajas y algo de atún. 

Ingredientes (por ración)

3 láminas de lasaña (precocida o tradicional)

Medio aguacate

1 huevo cocido

Queso fresco

Atún al natural

Un tomate maduro en rodajas

Preparación

Preparar las láminas de lasaña siguiendo las instrucciones del envase. En este caso, eran precocidas y basta con sumergirlas en agua caliente 20 minutos y remover de vez en cuando. Secar sobre un paño de cocina limpio hasta el momento de utilizarlas. Colocar una lámina de lasaña, poner el queso, el huevo, el aguacate, el atún y el tomate y cubrir con otra lámina. Repetir la operación, y acabar con una lámina. Se puede adornar con queso y aguacate, y espolvorear con pimienta negra, rosa y verde recién molida. 

De nuevo en casa. Qué gusto. Este mes de junio está siendo complicado, con demasiados viajes muy cortos que perturban las rutinas. El de este fin de semana, combinando tren y avión para sólo dos días y medio no ha sido el mejor de los posibles, sin duda. Y es que lo de vivir en una isla, aunque sea obvio, aisla. Cuando llevaba poco tiempo en Mallorca me hacía gracia cómo se refería la gente a "la península". Para mí era exótico denominarlo así, y tenía un punto mítico, como si se pusieran las cosas a más distancia de la que realmente están. Pues bien, cuando tienes que ir a cualquier parte que no sea Madrid o  Barcelona, "la península" vuelve a ser un territorio mítico en el que no hay vuelos directos a diario, y Mallorca un paraíso que como todas las islas, no resulta muy práctico. 

Pero bueno, ya de vuelta, tras visitar a la familia, y celebrar el bautizo de la pequeña E. he intentado retomar el día a día, y sobre todo hacer un postre y unas fotos a las que les empezaba a tener ganas.

Este cake de chocolate es otra receta rápida, sin horno, y de chocolate. Sí, me repito... pero es que me encanta. Si además se le añade una ganache de chocolate, el resultado ya es insuperable. 

En serio. 

Preparación

Derretir el chocolate troceado ( yo utilicé 70% de cacao) y la mantequilla cortada en dados al microondas a baja potencia durante 1 minuto. Mezclar bien con una espátula hasta que estén derretidos e integrados. Si fuera necesario, poner 20 segundos más, o las veces necesarias siempre en intervalos de unos 20 segundos, removiendo cada vez sólo lo imprescindible hasta que estén derretidos y ligados.

Añadir el azúcar, la harina, el café o el licor y los huevos enteros. Mezclar enérgicamente con unas varillas. Verter en un molde apto para microondas y cocer dos veces durante 3 minutos a 750 W dejando reposar 5 minutos antes y después de la segunda cocción. Servir tibio o frío.

Yo esta vez lo he hecho en moldes individuales (han bastado 2 minutos cada cocción), y le he añadido cacao en polvo, arándanos, mermelada de frambuesa y nata líquida.

Esta receta se la debo a mi madre, y  se la agradezco de todo corazón.  Empezó  a hacerla cuando éramos mayores y en verano en casa apetecían cosas fresquitas y sin complicaciones.
Las recetas de patata son una maravilla. Salvo la congelación, que la llevan faltal, la patata lo admite todo y combina con todo, en frío, en caliente, para repostería, para platos salados, como entrante, principal, guarnición... Esta es una receta muy sencilla, pero muy veraniega y que se agredece al llegar a casa para cenar si se deja preparada de un día para otro, porque está mejor fría y aliñada con antelación, lo contrario que cualquier ensalada. Además, como casi todas las ensaladas, admite variaciones múltiples sobre esta base: añadir atún, jamón, espárragos, manzana en rodajas, maíz, lechuga, palmitos.... Como prefiereas vale la pena probarla, porque no es la típica ensalada de patatas cubierta de salsas grasientas y pesada. Así, que gracias, mami.

Preparación

Cocer las patatas con piel, en abundante agua salada, unos 15-20 minutos, dependiendo de su tamaño, hasta que estén cocidas pero firmes. Dejar enfriar. Pelar y cortar en rojadas medias.

Cocer los huevos duros, al menos 12-15 minutos. Enfriar y picar.

Preparar la vinagreta poniendo en el vaso de la batidora  la cebolla, y el pimiento  en trozos grandes, y con dos cucharadas soperas de aceite y una de vinagre, sal y pimienta. Mezclarlo todo bien en la batidora hasta que quede una salsa emulsionada y rectificar el aliño al gusto.El único problema aquí es que si no se usan cebolletas o chalotas, la salsa puede quedar desagradablemente fuerte, así que mejor tener cuidado con las cantidades si se usa cebolla normal.
Poner en una fuente honda una capa de patatas, regar con la vinagreta y cubrir con el huevo duro cocido cortado en trocitos. Curbir de nuevo con patatas, y repetir la operación anterior, continuar hasta terminar con  el huevo picado por encima. En la imagen, he usado un picador de ajos para picar el huevo así.

Poner en el frigorífico y servir bien frío, a ser posible, de un día para otro.

Seguramente, decir que unos biscuits de almendra, azúcar y chocolate son ligeros es un poco una broma. Pero lo cierto es que éstos, con las claras montadas, adquieren una ligereza especial, y quedan con una textura ligera pero nada seca, deliciosa. Y son terriblemente adictivos, eso lo advierto ya. 

Sigo empeñada en no volver a usar el horno hasta el otoño, y salvo un proyecto que tengo en marcha y solo puedo hacer en verano, creo que lograré cumplirlo sin renunciar a la repostería. Estoy descubriendo que no es difícil adaptar muchas recetas para el microondas, sobre todo si tienen chocolate, y además, se acaban cocinando en pocos minutos. Estas galletas no necesitan más de 3 minutos, y la masa se prepara en 5 minutos, así que realmente es imposible que dé pereza hacerlas. Por lo demás, la cantidad de clara de huevo que lleva como mejor lo hago es con clara líquida de ese supermercado que empieza por "M", pero si realmente estoy en vena chocolatera, uso media docena de huevos y hago también con las yemas unos buenos coulants... y me doy un homenaje. Pero esa receta la dejamos para otro día. 

Mi debilidad por las sopas me lleva de nuevo a probar con otra. Para una fan declarada como yo, el blog Soup Chick es de lo más inspirador.  Me encanta curiosear por él, y ver las posibilidades casi infinitas que presenta este plato. ¡Cómo sufriría Mafalda conmigo!

He probado esta sopa porque a pesar de no ser fría es de lo más mediterránea. Muy italiana, diría yo. Al menos esos recuerdos me trae a mí. La receta que sigo la he adaptado de ese blog, con unas cuantas variaciones. La más significativa: que no he usado crema de leche o nata. Lo cierto es que creo que no la necesita en absoluto para estar deliciosa; también he cambiado la menta por albahaca, y he usado pimientos del piquillo en lugar de pimientos morrones, por lo que hay que probar el picante antes de añadirle el Tabasco.  He ajustado otras cantidades a mi gusto y este es el resultado.

Preparación
Cortar las berenjenas a lo largo, hacer varias incisiones con un cuchillo, poner sal y un hilito de aceite y poner en el microondas unos 8 minutos a 800 W. Dejar enfriar y sacar la pulpa. 

Sofreir en la sopera la cebolla picada y las zanahorias en rodajas y dejar cocinar unos 10 minutos. Añadir la pulpa de la berenjena, los pimientos, el tomate frito y caldo suficiente como para cubrirlo todo bien. Llevar a ebullición y dejar a fuego medio-bajo durante 35 minutos. Batir la mezcla hasta dejar una sopa fina, probar, rectificar de sal  y pimienta y añadir el Tabasco y la albahaca al gusto. Cocinar de 5 a 8 minutos más y servir caliente.

Este fin de semana se nos han pegado los dientes comiendo estas barritas de chocolate y coco. La mitad de las barritas las hice con una capa de chocolate, la otra mitad la dejé sin ella porque a J. no le gusta demasiado. Tal vez por eso la capa de chocolate quedó generosamente repartida sobre mi mitad de barritas, y yo la he disfrutado mucho. ¡Temblad, bikinis! Os espera un verano terrible.

Poner las galletas y los flakes (estos últimos son opcionales) en una bolsa de plástico y pasar el rodillo sobre ella hasta conseguir migas pequeñas y de tamaño similar. 

Batir la mantequilla con unas barillas eléctricas hasta que quede suave. Añadirle el azúcar y batir hasta incorporarlo. Añadir el coco, la mezcla de galletas y el chocolate en polvo y mezclar bien con una espátula hasta que quede una pasta con todos los ingredientes incorporados. Forrar un molde apto para microondas con papel sulfurizado y poner en él la mezcla, alisando la superficie. (Esto se puede hacer en el horno convencional unos 15-20 minutos a 180º) Poner en el microondas a unos 800W (SIN grill) 3 minutos, reposar 2 minutos sin abrir la puerta y poner otros 3 más. Dejar enfriar y desmoldar. Yo usé un molde cuadrado y dividí la tableta en dos rectángulos. Uno de ellos lo dejé sin cobertura. El otro lo cubrí con una  ganache de chocolate preparada poniendo en un recipiente para microondas el chocolate en trozos y la nata. Calentar 40 segundos a máxima potencia. Mezclar bien para que se deshagan los trozos de chocolate. Poner de nuevo si es necesario, pero unos 30 segundos cada vez, no más tiempo. Remover bien hasta que quede una crema, e incorporar el azúcar (esto último al gusto). Sobre la rejilla de enfriado, cubrir la preparación anterior cuando esté fría con este preparado y dejarlo secar bien. Cortar en barritas de tamaño similar.

El libro "Chocolate", de Julie Andrieu, me tiene absolutamente encantada. Casi todas las recetas de chocolate que he estado haciendo son de este libro, y tengo que recomendarlo sí o sí. Es genial!!! No sólo porque salen bien a la primera, que siempre es de agradecer, sino porque son recetas absolutamente maravillosas, sin más florituras de las necesarias, sin miles de ingredientes, aunque con alguno poco común que hace que tengan ese puntito especial. Un gusto. Además, es bonito, y para una adicta al chocolate, como yo, ha sido un descrubrimiento. Dinerito muy bien invertido. 

Ayer mientras preparaba la cena preparé este granizado. Estoy sufriendo por no poder poner el horno, pero recetas como esta me ayudan a mitigar el golpe. 

El café helado me gusta desde que puedo recordar. Igual que el chocolate, adoro el café negro, y  creo que en parte me viene de haber preparado muchas veces para mi padre en las noches de verano, después de la cena, el café helado que se tomaba en la terraza. La última vez que estuve en casa de mis padres, vi que no han tirado el vaso mezclador que utilizaba para esto. Debe de tener al menos 20 años, y me encantó encontrarlo. Y todas estas cosas hicieron que ayer preparara este granizado que está de muerte. El chocolate hace que este granizado esté a mitad de camino entre el granizado y el helado, y le da una consistencia que de otro modo no tendría: estaría demasiado cristalizado. Y el cardamomo, aunque es prescindible, le da un toque que no sabes identificar pero que lo hace muy especial.  Así que aquí está la receta para el

Ingredientes (para 4 personas)

50 cl de café negro (puede ser descafeinado, que de hecho es el que yo utilicé para poder tomarlo a cualquier hora)

90 gramos de chocolate 70% cacao 

70 gramos de azúcar

1/2 cucharadita de cardamomo en polvo.

Poner el chocolate troceado en un recipiente resistente al calor. Aparte, añadir el azúcar al café y remover hasta que se disuelva. Una vez disuelto, verter sobre el chocolate y remover bien hasta que el chocolate se deshaga y quede incorporado al café. Añadir el cardamomo (se puede aumentar a una cucharadita) y ajustar de dulce, si fuera necesario. Hay que tener en cuenta que los helados y granizados tienen que estar más bien dulces, porque con la congelación el sabor dulce se rebaja. Dejar enfriar a temperatura ambiente y poner en el congelador, al menos durante 4 horas, removiendo cada hora y media para que no solidifique. Servir solo o acompañado de una salsa de chocolate y galletas, o un poco de nata montada, o un golpe de crema de leche encima... o como más goloso parezca.

Esta es la primera vez que pruebo a hacer manjar blanco. Había visto esta receta y no me había animado antes a hacerla. De hecho, ni siquiera lo había probado, por lo que no puedo asegurar que mi versión esté conseguida. Buena está, pero que sea lo que debería ser, eso ya es otra cosa. A J. lo cierto es que le parece un arroz con leche sin arroz. Además, una vez terminado, me parecía que le faltaba algo, y que tal vez quedaba demasiado dulce (es que soy una repostera a la que no le gustan los dulces muy dulces), así que pensé que el puntito ácido de la frambuesa le iría bien. Y no sé si está bien que yo lo diga, pero le iba muy, pero que muy bien.

Llevar a ebullición el agua con el azúcar, la canela y el limón, y dejar en infusión 5 minutos. Añadir la almendra cruda bien picada y dejar en remojo toda la noche. Al día siguiente, colar bien y aplastar bien la almendra para sacarle todo el jugo. Añadir la harina de maíz o el espesante, mezclar, y llevar a ebullición para que espese sin dejar de remover. Poner en los moldes de servir, enfriar sobre una rejilla y luego en el frigorífico y servir frío.

Poner las frambuesas con el agua y el azúcar en un cazo a fuego medio y llevar a ebullición sin dejar de remover, hasta que se deshagan y quede una salsa. dejar reducir si se prefiere espesa, o añadir algo más de agua si se prefiere más líquida. Si se deja líquida y se cuela para quitarle las semillas, quedará un coulis: cambia la textura, pero es igualmente delicioso. 

    

Me gustan este tipo de ensaladas desde que probé algo parecido a un tabulé en un bar de tapas. Pero nunca lo había hecho en casa. Así que me acordé del tabulé y con lo que tenía en la nevera (entre otras cosas unos maravillosos limones de mi amiga O.) hice esta ensalada que no es que se parezca mucho al original, pero que me gustó mucho y que admite muchas variantes: sustituir el pollo por gambas salteadas, atún,  salmón, o huevo cocido, del lado de las proteínas. Espinacas, tomate, pimientos, por las verduras... en fin, un completo plato único para cenar y limpiar la despensa en esos días en que parece que no hay nada apetecible en casa.
Además, si se controlan las cantidades de aceite es un plato no demasiado calórico, y completo, con todos los grupos alimenticios.  Sí, ya sé que las ensaladas son lo típico cuando se habla de comida ligera, pero esta aporta hidratos, que evitan la sensación de "estar a dieta", y con los ingredientes templados, no es un plato frío, aunque con el limón y la hierbabuena,  se saborea ya el buen tiempo.
En fin, qué os voy a decir: un placer!

Preparar el cus-cus según las instrucciones del envase. Poner en un bol grande y rociar abundantemente con el zumo de lima o de limón. Cortar las lechugas en juliana muy fina y mezclar con lo anterior.  Si se utiliza hierbabuena, agregar con las verduras cortada muy fina. Añadir un poco de vinagre de Módena, (al gusto, con el limón puede ser suficiente) y mezclarlo todo. Probar y rectificar el aliño. Dejar reposar en la nevera.

A esto a duras penas se le puede llamar cocinar. Pero es una de esas recetas que está en mi lista desde siempre, incluso más desde que tengo niños y si invito a amigos y no puedo dedicar mucho tiempo a los preparativos. Es perfecta para una cena en casa con amigos, porque no necesita tiempo, se prepara con antelación (de hecho, está mejor fría) y siempre, siempre, sale bien. Si se elige bien la presentación y la decoración, queda genial, y está muy rica, es  fresquita y el nivel de dulce se puede dosificar poniéndole más o menos limón. ¿Alguien da más para una noche de verano?

Preparación

Batir juntos todos los ingredientes hasta conseguir una crema homogénea, poner en los moldes de servir y dejar enfriar en la nevera al menos 2 horas antes de servir. Decorar con cacao en polvo, tiras de chocolate, nata montada, etc. al gusto, y tomar bien frío.

Hay pocas cosas tan sencillas y tan perfectas como el pan. Acompaña a todo, le gusta a todo el mundo, siempre te consuela, se come sin pensar... y si está bueno es tan simple como delicioso. Además, no resulta complicado de hacer en casa. Bueno, al menos con esta receta que es muy sencilla pero sirve para animarse. 

Con estas cantidades sale un pan de aproximadamente un kilo, que yo suelo cortar en rebanadas y congelar para ir consumiendo una a una en el desayuno en tostadas. Esta misma masa sirve como base para pizzas o cocas. Lo que suelo hacer es dividir la masa en partes, con las mismas indicaciones que para el pan, y congelarla tras la segunda fermentación envuelta en papel film. Cuando se quiere utilizar se descongela normalmente, se extiende con el rodillo para darle forma y se monta la pizza.  Es mucho mejor que las bases precocinadas.

Tamizar la harina con la sal y el azúcar (y la levadura si es seca). Si se usa levadura fresca, disolverla bien en la mitad del agua. 

En una superficie de trabajo enharinada, preferiblemente de mármol, hacer un volcán con la harina y verter en el centro la mitad del agua que tiene la levadura. Trabajar de fuera hacia adentro para que se vaya formando una masa. Añadir el aceite y seguir añadiendo el agua, trabajando la masa hasta que quede elástica y no se pegue a los dedos.

Dejar fermentar la masa en un bol tapada con un paño de cocina humedecido o cubierta con papel film, a ser posible cerca de una fuente de calor constante (un radiador en inivierno, junto a la cocina, etc), aproximadamente una hora o hasta que doble su volumen. 

Trabajar la masa lo justo para quitarle el exceso de aire (basta con golpear tres o cuatro veces con el puño para esto) y dar forma al pan. Poner en un molde y hornear a 180º unos 40 o 50 minutos. Desmoldar y dejar enfriar sobre una rejilla.