Mini donuts al horno | Mini baked donuts

Reconozco que de todas las cosas, buenas, malas y peores, que puedo ser, si hay algo que yo pensaba que no era, es sentimental. Puedo ser emocional, a veces, pero la mayor parte del tiempo soy bastante lógica, no es que no tenga afectos, o emociones, pero realmente mi parte sentimental es, cómo decirlo, bastante, bastante limitada.
O eso creía yo. Me encanta equivocarme de esta manera. Es cierto que no es fácil enseñar nuevos trucos a un perro viejo. Pero cuando crees que ya no hay cambios posibles, que no hay sorpresas, que las cosas son como son, de repente, un momento te hace darte cuenta de que a lo mejor no es para tanto y que todavía puedes sorprenderte a tí misma.

Yo no tengo especial apego a las cosas. Necesito muy poco. Igual se trata, simplemente, de que he vivido siempre con una tremenda provisionalidad. Mi vida no ha sido particularmente inestable, pero andar siempre persiguiendo algo más, buscando la siguiente (gran) cosa, hace que te mudes muchas veces, que incluso cuando compras una casa no tenga necesariamente que ser algo definitivo, que sepas que las cosas, al final, solo son el decorado pasajero de un momento, que se pueden vender, perder, abandonar. Y tú sigues adelante y al mundo, la verdad es que le da bastante igual todo eso. 

No guardo apenas cosas de cuando mis hijas eran bebés. Un par de vestiditos, tal vez, algún juguete que colgábamos en su cuna, un mordedor.  El resto no tenía sentido. ¿Para qué guardar cosas que solo son cosas, que ya no necesitas, que no vas a volver a usar? No va conmigo.


Todo este preámbulo viene a que el sábado estaba estirando la masa para una quiche con mi rodillo favorito. De hecho ese es "mi rodillo". Fue el primero que compré, cuando apenas sabía cocinar, y ha estado conmigo desde hace años. Está viejo, oscuro, usado. Unas navidades me di el capricho de comprar este otro rodillo adjustable  (capricho no por nada, sino porque realmente no me hacía ninguna falta) simplemente porque me hizo gracia poder dar el grosor exacto a cada masa. Sin embargo, apenas lo he usado. Siempre volvía a "mi rodillo". Pero el sábado, por primera vez, la masa empezó a tener unas marcas que el rodillo iba dejando en cada pasada. Y se hizo evidente lo que llevaba tiempo viendo venir. El rodillo tenía una pequeña indentación que hasta ahora no me había molestado, pero que, de repente, ahí estaba, marcando la base de la quiche que estaba estirando y demostrándome que ya estaba: Ya no era lo mismo; mi rodillo ya no servía. 

Y de pronto, por primera vez en mucho, mucho tiempo, no fui capaz de tirarlo directamente a la basura. Me di cuenta de que ese rodillo, ahora completamente inútil, de pronto, era un objeto que para mí tenía valor, y significado, y sentido más allá de su pura utilidad.

Inmediatamente mi parte práctica salió a flote y justifico la tentación de acumular algo inútil con la idea de que voy a utilizarlo en fotos a partir de ahora. Tengo mi propio rodillo vintage, envejecido con mis propias manos, con las marcas de mis experimentos a sus espaldas, y no comprado en un mercadillo usado por manos desconocidas, y de dudoso origen (personalmente, eso es algo que nunca he podido hacer. No soy capaz de comprar utensilios de cocina de segunda mano, ni siquiera para las fotos. Todo lo que esté en contacto con la comida tiene que estar limpio, impoluto, y eso no admite platos o bandejas viejas o descascarilladas..... a no ser que sean mías. Lo sé, es irracional, pero incluso así, pondré siempre papel de cocina, o algo entre ellos y la comida. No concibo hacerlo de otra manera, y eso hace que toda la estética vintage me quede lejos, simplemente, soy un desastre para eso, y mis abuelas están demasiado lejos para haber podido asaltar sus alacenas a tiempo). Así que en mi lógica no vale guardar este rodillo solo porque le tenga un cierto aprecio. Me temo que tengo que ascenderlo directamente a la categoría de objeto vintage para que tenga sentido en mi lógica cabeza, pendiente del espacio y de no almacenar cosas superfluas o inútiles. Hoy es el semiprotagonista de esta entrada. No porque tenga nada que ver con estas rosquillitas al horno, sino, simplemente, porque acaba de jubilarse, pero va a seguir conmigo, porque además, me ha servido para darme cuenta de que todavía me puedo seguir sorprendiendo a mí misma. Y eso, a ciertas alturas del partido tiene mucho, mucho mérito. 

Por lo demás, la receta de hoy se la debo por completo a Eva, de Pimienta rosa

Vi sus donuts de fruta de la pasión y en ese mismo momento supe que tenía que hacerlos. Bueno, supe que yo, que creía que ya tenía todos los moldes y accesorios posibles, tenía que comprar esos moldes de donuts/rosquillas, y tenía que hacerlos. 

A mí la fruta de la pasión no me gusta especialmente, así que he hecho la receta de Eva sin ella. Por lo demás, a mí me gusta añadirle azúcar glas a este tipo de bizcochitos antes de tomarlos. Pero eso ya es una cuestión personal.
Lo que también creo es que probare con otras masas de bizcocho, -probablemente con un genovés simple, que es muy ligero y aireado- porque ahora que tengo nuevo molde, le voy a dar uso. 

Espero que los disfrutéis. 





Minidonuts al horno


Ingredientes
220 gr de harina.
150 gr de azúcar.
10 gr de levadura de reposteria (Royal).
1 cucharadita de esencia de vainilla.
180 gr de buttermilk (o 180 gr de leche con un cucharadita de vinagre (dejar reposar 5 minutos).
2 huevos.
1 pizca de sal.
20 gr de mantequilla fundida y algo más para pintar los moldes.
Azúcar glas.

Preparación
Precalentar el horno a 180º. Poner en un bol la harina, el azúcar, la levadura en polvo y la sal y mezclar. Por otra parte, mezclar en otro recipiente los huevos, la esencia de vainilla, la mantequilla fundida y el buttermilk.
Añadir la mezcla líquida a los ingredientes secos  y batir  hasta obtener una mezcla homogénea.
Pintar con mantquilla derretida o aceite un recipiente para donuts y rellenar el molde hasta 3/4 de cada pieza.
Untamos  con mantequilla el recipiente con formato de “donuts” y rellenamos con la masa, con la precaución de  no exceder de las ¾ partes del mismo. Llevar al horno, unos 12 minutos.
Dejar reposar 5 minutos más antes de desmoldar y dejar que terminen de enfriarse completamente sobre una rejilla.
Una vez fríos, espolvorear con azúcar glas.






I have made a recent discovery. Of all the things –good, bad and worse- that I might be, if there is anything that I am not at all, it is sentimental. (Or, should I say "if there is anything I thought I was not?). I might be emotional, some times, but most of the time I am quite a logical person, terribly practical. It is not that I have not emotions or affections, but my sentimental part is… well, quite limited. Reason is always in charge, always. 

Or at least, that is what I used to think. And I really do not care to be so wrong on this. It is quite funny, actually, to discover new things about myself at this stage of the game. Well, when you think that you are what you are, and that’s it, when you think there is no place for change, no surprises.... then, suddenly, a tiny thing makes you realize that maybe you can still surprise yourself. 

I am not particularly attached to things. I really need very little. Maybe it is just that I have always lived my life with a huge perception of temporality. I have not had a particularly unbalance or dysfunctional life, not at all. It is simply that my aim of always looking for something else, aiming for the next (big) thing, made me move quite many times. Even when you buy a house it does not have to be something definitive. At the end of the day, things are basically the props of a temporal stage, which can be sold, lost, forgotten. You move on and basically, that’s it. 

I do not tend to accumulate things. I hardly keep any stuff from when my kids were babies. A couple of dresses, maybe some toys we used to hang on their crib, but that’s it. There was no point on saving the rest of their stuff. Why should you save those things? You do not need them any more, you are not going to use them again. I simply do not see the point of it. 

Well, all this digression happens because on Saturday I was spreading the dough for a quiche with my favourite roller pin. In fact, it is “my” roller pin. It was the first one I ever bought, when I could not even cook, and it has been with me ever since. It is old, darkened, heavily used. Once, at Christmas I bought for myself this other adjustable rolling pin. It seemed a great idea to be able to stretch the dough exactly the same thickness all over. However, I have hardly used it over time. I always preferred “my” roller pin. But on Saturday, for the first time, the dough presented marks after I used the roller pin. And then, something I had been expecting for a while appeared as unavoidable: the roller pin had a small indentation. It had not been an issue before, but, suddenly there it was, letting all the dough marked after each pass of the pin, showing off that it was all over: my beloved roller pin was suddenly useless. 


And for the first time in a really, really long time, I was unable to throw it away into the waste bin. I realized that the roller pin, now completely useless, was, suddenly a meaningful object to me. It was worthy, and had a strong meaning to me, and it had a place beyond its simple utility value. 


Immediately my  practical side took lead and justified the temptation of saving some useless object with the more respectful though that I was going to use it in my photographs, from now on. I have now my own vintage roller pin, which got older because I used it, with the marks of my kitchen experiments on it, and not just one bought at a flea market, used by unknown hands. Today the roller pin is the other star of this post. It has nothing to do with the oven donuts, but it has just got retired. However, it will follow with me, as it has also allowed me to realize that I can still surprise myself. And just like that it won a preferential place in my logical heart. 


Today’s recipe comes directly from Pimienta Rosa's blog. I saw her passion fruit donuts and from that same moment I knew I was going to prepare them. Well, I realized that me, who thought that owned already any possible cake mould, I had to buy those donuts moulds and then I had to prepare her donuts. 


Personally, passion fruit is not one of my favourite fruits, so I decided to go on and prepare them without the passion fruit coulis she used. Apart from that, I love to finish them with icing sugar just before serving, but it is just my personal preference.


I also do believe it will work wonders with other cake dough, -I am planning to use a simple Genovese, so light and airy. Now I have my new moulds, so I have to use them. 

Enjoy



Mini baked donuts

Ingredients
220 gr plain flour
150 gr sugar
10 grams baking powder
1 teaspoon vanilla extract
180 gr buttermilk (or 180 gr whole milk with a teaspoon of vinegar- let it rest for 5 minutes prior to use)
2 medium eggs
A pinch o salt
20 gr melted butter, and a bit more for the moulds
Icing sugar for serving

Preparation
Preheat the oven 180. Put in a bowl flour, sugar, baking powder and salt and mix. Mix in another bowl the eggs, vanilla extract, butter and buttermilk.
Mix the liquid ingredients with the dry ones and beat until mixed.
Grease the moulds with oil or butter, and fill in with the batter up to ¾ of their capacity. Put in the oven for 12 minutes.
Leave to rest 5 minutes before turning them out onto a cooling rack. Once cooled, before serving, decorate with icing sugar.

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9 comentarios

  1. Como me ha gustado leerte. Yo soy tu polo opuesto...completamente. Me da pavor desprenderme de algo y que algún día me acuerde de ella y no la tenga.
    Guardo una radio de mi bisabuelo que decora mi comedor, la cristalería de la boda de mis abuelos, el collar de mi primer perro...buff!!!
    En cambio mi marido es como tu. Tiene la premisa que todo lo que hay en los cajones que no has usado en dos meses, será que no lo necesitas. He visto vaciar cajones en bolsas de basura sin mirar dentro!!!! Yo no puedo...jajajaja. Pero a veces me dais envidia!

    Hablando de los donuts, al ser al horno me gustan. Los fritos me dan un poco de reparo (aunque me los como igual eh ;)
    Yo también me fijé en la receta de Eva, así que los probaré.

    Un beso grande

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    1. Gracias, Marina. Yo la verdad es que me doy de plazo un año para tirar cosas, sobre todo ropa, pero entiendo a tu marido.... ;-D

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  2. Pues vamos por ahí, no me gusta acumular cosas y a veces no le encuentro sentido a eso. Mi hija en cambio ya peca de juntar TODO.
    Pero a pesar de que una no se haga de cosas, creo que siempre habrá algo por ahí que nos cuesta desprendernos, después de todo somos humanos, y a los humanos les gusta apegarse a las cosas...hey...somos humanas...ja,ja,ja...

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  3. La verdad es que me encanta cuando subes una receta por lo que cuentas siempre en ellas. Yo podríamos decir que me encuentro entre medias, no soy muy sentimental, pero tampoco soy desprendida del todo. Se cuando debo tirar algo inservible pero quizás alguna cosa la reserve porque significó algo especial.
    En cuanto a los donuts me encantan, se ven que quedan jugosos. Pero seguro que los bañaba con un glaseado o algo de chocolate, jaja.
    Un besito!!

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    1. Según dicen, Marta, en el punto medio está la virtud. Tampoco es que una cosa u otra sea tan mala, siempre que no sea algo exagerado, que tampoco es el caso. Un besazo.

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  4. Gosto tanto de donuts e caseiros são ainda melhores.
    Lindos e gulosos estes.

    beijinhos

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  5. Adorei o texto e identifiquei-me muito com ele. La receta es hermosa e deliciosa
    Beso

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  6. Pues te comprendo perfectamente, a mi no me gusta guardar demasiadas cosas, eso sí, alguna queda, pero cuando me da la vena, fuera todo!!jjjj. Los donuts son geniales, y mira que me gustan los fritos, pero el saber que se pueden hacer en el horno, fiuufff, es todo un respiro, más limpio, mejor que mejor y seguro que están buenísimos. un besazo!

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