Fresas con sabayón

abril 23, 2013


En plena temporada de fresas, tomándolas día sí, día también por aclamación popular (léase aquí mis dos hijas en modo sargento "on") solo puedo decir que ya estoy un poco aburrida.
Las fresas no me vuelven loca. 

Ya os he contado en otra temporada de fresas que cuando a tu padre le da por hacer una pequeña plantación en el jardín cuando eres pequeña y las tomas en cantidades industriales acabas por... ¿cómo decirlo? sí, por estar hasta ahí mismo de las benditas fresas.
Pero luego las ves de nuevo asomarse cada año por la misma época a las estanterías de las fruterías, con esa forma insinuante, y ese rojo brillante, y se te olvida que tampoco te entusiasman, y para cuando te quieres dar cuenta ya has traido fresas a casa. 

Y ese es el gran error, porque entonces las peques, durante toda la temporada te piden cada vez que haces la compra que traigas fresas, o cada vez que preguntan por el postre y no las hay te miran como si fueras la mayor decepción entre las decepciones posibles (sí, es que no son nada dramáticas ellas, qué va!), y yo vuelvo a sucumbir, y vuelvo a comprarlas. 

Persona normal: las compraría para ellas, se las pondría a su gusto, y a otra cosa. 
Yo misma: les sigo haciendo fotos (son tan bonitas!), y me resisto a que me aburran tanto, y pruebo de vez en cuando a reconciliarme con ellas y con mis empachos infantiles haciendo alguna otra receta, como la de hoy.

El sabayón (Zabaione, Zabaglione) es una crema de la cocina tradicional italiana hecha con yema de huevo, azúcar y vino dulce, habitualmente, Marsala, que le va perfectamente a las frutas, y especialmente a las fresas.

Yo recuerdo con precisión la primera vez que lo probé. En casa de una amiga, un conocido de las dos se empeñó en hacerle una demo de Thermomix. La pobre necesitaba apoyo moral para intentar resistirse (no tenía ganas de comprarla ni le gusta cocinar), y para darle salida a la comida completa que le iba a preparar, así que allí me presenté, y lo que él hizo como postre fue un sabayón. A mí me pareció una crema pastelera ligera y sin cocer, y muy rica. 



Yo entonces no me quedé con la receta, pero sí con la idea de que un sabayón es una salsa deliciosa para hacer un postre fácil, rápido, con base de fruta (pero que esto no te engañe, las yemas y el azúcar, por más ligera que sea la crema final, no lo hacen lo mejor para una dieta pre-bikini, en absoluto) y muy fresco. Si además, lo sirves en estos moldecitos de Pyrex, no pueden ser un mejor final para una comida.


Por si os lo preguntáis, sí, mi amiga al final compró la THX, y está encantada con ella.


Fresas con sabayón

Ingredientes (para 4 personas)

200 gramos de fresas
4 yemas de huevo
125 gramos de azúcar
30 ml (2 cucharadas soperas) de vino dulce (Marsala es el tradicional. Yo usé un poco de Jerez dulce)


Preparación

Lava y corta las fresas y repártelas entre los vasitos. En un bol grande, pon las yemas (reserva las claras para otra preparación) con el azúcar y bátelas con una batidora de varillas, o con un robot de cocina con varillas hasta que tripliquen su volumen y estén blancas y espumosas. Añade el vino, bate de nuevo hasta integrarlo y vierte la mezcla sobre las fresas.
Si prefieres, también puedes batir las yemas en un bol al baño maría muy bajo hasta que las yemas empiecen a cuajar. Hazlo a fuego muy bajo para que quede una salsa integrada.
Vierte la salsa sobre las fresas y tómalo inmediatamente.




Huevos duros con bechamel y mejillones. 1080 fotos de cocina

abril 18, 2013

Receta 436: Huevos duros con bechamel y mejillones
 
Y como parte de mi colaboración en el proyecto 1080 fotos de cocina, hoy contribuyo con un plato con huevos del recetario de Simone Ortega. 

Esta receta es la número 436 de la edición clásica de 1080 recetas de cocina, de Simone Ortega.


Merluza rápida con verduritas

abril 16, 2013
La mitad de este plato hace felices a mis hijas. La otra mitad no la soportan. Mejor el 50% que nada, ¿no os parece? Tengo la inmensa suerte de tener a dos enamoradas del pescado. Y no, no son palitos de pescado precongelados lo que les gusta. Ellas aprecian cualquier pescado "de mayores". Claro que teniendo en cuenta que les llega totalmente limpio de espinas y piel, y con sabor a pescado, sin más historias, pues tampoco es de extrañar.  Desde bebés se lo han comido sin problema. Es más, incluso me lo piden si pasan unos días sin comerlo por lo que sea.
Las verduras son otro cantar, pero me temo que no se puede tener todo. Intentamos compensarlo con más fruta, hortalizas, y jugando al despiste, que como casi siempre en la vida, da muy buen resultado. 
Este plato de hoy es de una simplicidad pasmosa, rápido, muy ligero, pero absolutamente perfecto si cuentas con una buena merluza.


La idea, (el original es bastante más sofisticado que lo que yo he hecho, pero es que a mí lo de simplificar y hacer cosas rapiditas es lo que mejor se me da), me rondaba la cabeza desde hace  meses, y se la debo a mi suegro desde entonces. 
Seguro que a vosotras os pasa también: la vida del blogger de cocina es muy achuchada. Todo el mundo espera que hagas maravillas cuando les visitas, o cuando les invitas (esto no está mal, pero estar fuera de tu cocina, sin tus cosas, y que te pidan según qué, pues como que se hace muy raro), o al revés: cuando te invitan, quieren impresionarte, o te miran casi nerviosos a ver qué cara pones cuando te acaban de poner delante un plato, como si fueras a juzgarlo.
Yo, que de gurú no tengo nada, que soy una chica  mujer de gustos sencillos, que aprecia como la que más que le preparen la comida, porque sabe de sobra el trabajo que hay detrás de cualquier plato, reconozco que no soy nada exigente, y que me encanta todo lo que me hacen mis amigos y mi familia, así que no entiendo mucho todo este rollo solo por el blog. 
{INCISO: En los restaurantes es otro cantar. Porque eso, señores, es un negocio, y en los negocios lo único que no admito es que no se sea profesional. Y como me he hartado de que me cobren caca a precio de comida fresca, bien preparada y de la buena, pues reconozco que puedo ser un poco toca-bowlings, pero es lo que hay, qué le vamos a hacer. Manolete, si no sabes torear pa' qué te metes! FIN DEL INCISO}.
Volviendo al tema, que me desvío una barbaridad: Mi suegro, que de la cocina del día a día, como buen representante de su generación, pasa mucho, y la deja en manos de su mujer, para las ocasiones especiales es un cocinillas de galones. Pero de los de verdad. Como buen vasco con un perímetro de cintura que se le dispara en cuanto deja la dieta estricta (vamos que le gusta comer mucho y muy bien) y con una mano para la cocina tradicional que ya la quisieran muchos, es un crack cuando se mete en la cocina. Y claro, como creo que nunca se lo había dicho (yo es que soy tan inocente que a veces se me olvida la falta que nos hace a todos que nos digan lo bien que hacemos aquello que hacemos bien, que los otros agradecen infinitamente que valoremos sus esfuerzos, pero sobre todo que se lo digamos. Eso de "como todo estaba bien, no había dicho nada", es una mala filosofía, de verdad), pues la última vez que estuvimos en su casa, se molestó en preparar un plato especial para ver qué me parecía. 
El plato, desde luego, era mucho mejor que el mío de hoy. Digamos que por aquello de mantener su dieta la base era la misma, pero totalmente incomparable: las verduras eran de la huerta y estaban frescas, recién cogidas, y perfectas. Pequeño detalle con el que yo no cuento en casa, (y cuánto me acuerdo ahora de cómo odiaba cuando de pequeña, mi madre nos mandaba a la huerta a coger las lechugas, los tomates, cada día, para comerlos en su punto) y que os podéis imaginar que marca una diferencia. Pero la idea era la misma: con su dieta de fondo, las verduras estaban frescas, recién cogidas, pero hechas al vapor en el molde de pyrex que os enseño abajo (que ellos tienen uno igual). Pero la principal diferencia es que lo que él puso sobre ese lecho de verduritas aliñadas sólo con un hilito de aceite de oliva fue una ración de bacalao preparado al pil-pil. 


Y no, señores, yo no lo repito, porque para qué. Él es muy generoso con sus recetas, como gran cocinero (a mí lo de guardar algún secreto en una receta siempre me ha parecido la muestra de la mezquindad del que se sabe incapaz de seguir siendo el mejor en igualdad de condiciones), y cada vez que le he preguntado cómo hace algo me lo ha explicado sin ahorrar una coma, con su sonrisa de satisfacción socarrona y medio tomándome el pelo, pero siempre contándome cómo hace las cosas. 
Y cuando el maestro ejecuta, los aprendices le hacemos una reverencia, lo disfrutamos y poco más. Porque poco más se puede hacer. 
Yo, que todavía no he comprobado si tengo mano para el pil pil, porque me da respeto y siempre creo que me va a llevar mucho tiempo, hace unos días iba apurada de tiempo y decidí optar por la versión atajo y ligerita del plato delicioso que él nos preparó. La verdad es que en diez minutos puedes preparar este plato, con verduras y pescado, que con algún hidrato ligero se convierte en una cena deliciosa.


Merluza rápida con verduritas

Ingredientes para 4 personas
4 lomos de merluza, con piel y limpia de espinas
1 cebolla
2 pimientos verdes
1 pimiento rojo
1/2 berenjena
2 zanahorias
Aceite de Oliva Virgen Extra
Sal gruesa
Pimienta
 
 El molde de pyrex   para el microondas, que va genial para las verduritas.

 
Preparación

Pica todas las verduras en trozos pequeños, ponlas en el estuche de vapor de Pyrex, o en un recipiente apto para microondas, salpimenta ligeramente y añade un hilito de aceite de oliva. Mezcla bien, y llévalo al microondas 2 minutos a máxima potencia. Si lo haces con un recipiente normal, cúbrelo de film de cocina, y hazle varios agujeros para que el vapor pueda salir. Saca del microondas, añade otra cucharadita de aceite si es necesario (si las verduras no han soltado nada de líquido), remueve de nuevo y ponlas otro minuto más. A partir de aquí, prueba cada vez hasta que las dejes en el punto que te gustan de cocción, pero siempre de minuto en minuto para no acabar con un puré de hortalizas. 

La merluza a la plancha la preparo como le vi hacerlo a Isma Prados en un programa de cocina. Para no acabar con el pescado pegado en la plancha o la parrilla, o a trozos, pongo papel de horno sobre la plancha, y sobre el papel de horno unas gotas de aceite y el pescado con la piel hacia arriba. Primero marco el lado de la carne, luego le doy la vuelta con cuidado de no romperlo y hago el lado de la piel. 
Pasarse con la cocción del pescado es matarlo, así que un par de minutos por cada lado debería bastar, pero como depende tanto del grosor de tu pieza, tan pronto como compruebes que el centro pierde su color crudo, sácalo inmediatamente, o se hará demasiado. 
Sirve el pescado sobre el lecho de verduras y añade un poco de pimienta y sal gruesa. 
En poco más de cinco minutos tienes un plato sano, ligero y delicioso.



Primavera

abril 11, 2013

Crema ligera de chocolate

abril 04, 2013

Más crema de chocolate por aquí. ¿Qué sorpresa, eh? Pero no te confundas. 
No se trata de repetir de nuevo la crema de chocolate que ya hice hace un tiempo en estos mismos vasitos (es que para mí tienen el tamaño justo). Tampoco, aunque le he añadido una pizquita de chile en polvo, de volver a hacer el chocolate a la taza con chile y canela.
Simplemente, lo confieso, soy una adicta al chocolate. Antes de publicar esta nueva receta he buscado en el blog y si introduces la palabra chocolate en el buscador podrás comprobar que solamente devuelve ocho páginas. 8 páginas. Teniendo en cuenta que tampoco publico tan a menudo, para mí ha sido una constatación tangible de algo que ya tenía clarísimo: estoy enganchada, y ahora, además, lo dicen los números, lo cual, como en la vida real, no es más que una constatación de la evidencia, que básicamente es para lo que sirve la estadística, así que ahora ya es oficial: tengo mucho peligro con el chocolate. 
El chocolate para mí es el mejor final de cualquier comida, es lo primero que me apetece cuando pienso en un dulce, es ese capricho confesable para el que no necesito tener apetito, y es ese vicio casi inconfesable que durante meses me ha hecho comer una onza de chocolate negro con el café después de comer, luego también después de cenar, y al final, ponerme de mal humor cuando tomaba café fuera de casa, porque no la tenía para acompañarlo. Ahí ya me di cuenta de que lo mío con el chocolate era algo serio, así que lo dejé de golpe, y la primera semana juraría que tuve un pequeño síndrome de abstinencia. No tenía la impresión de haber acabado las comidas sin mi trocito de chocolate, no me lo podía quitar de la cabeza. Luego mejoró, pero desde entonces intento no tener en casa. 
Simplemente, me lo como. 
Y pensarás, claro, para eso es, ¿no? 
No, si estás intentando no volver a hacerle agujeros al cinturón. No si no quieres que te tire el elástico de cualquier cinturilla que ya habías conseguido domar. No si no quieres que sean los kilos, y no los años los que te pesen. Porque yo, a diferencia de cualquier famosa que se precie, tengo el metabolismo normalito, normalito, normalito. Tanto que engordo cuando como, sobre todo, cuando como cosas que engordan, y cuando "como de todo", así que si no quiero caerme rodando cuando tropiece en lo alto de una cuesta, mejor me voy cortando un poco, o tendré que cerrar el blog y cambiar de hobby. 

Pero, a pesar de todo, adoro el chocolate. Así que para tomar un poco y quitarme de la cabeza la sensación de privación preparé estos vasitos de crema de chocolate. Básicamente, son una versión muy aligerada de la  crema de chocolate que mencionaba al principio, pero están muy ricos.



En esta ocasión he usado cuajada de la que viene en sobres para conseguir la textura. También puedes consesguir el mismo resultado con agar-agar o con gelatina. La idea no puede ser más simple: se trata de cuajar una leche con un poco de cacao puro, añadirle un poco de edulcorante si crees que lo necesita, y si te apetece, añade también chile en polvo, vainilla, canela, o pimienta, a tu gusto. La idea aquí era conseguir un postre muy, muy ligero, pero con mucho sabor. Y yo creo que el resultado es muy, muy aceptable. 
¿Te apuntas?


Crema ligera de chocolate

Ingredientes (para 4 personas)

500 ml de leche desnatada
1 sobrecito de preparado para cuajada ( yo he usado el de Royal)
1 cucharadita de cacao en polvo desgrasado (yo uso el de Valor)

1 cucharadita de extracto de vainilla (opcional)
edulcorante al gusto
Una pizca de guindilla en polvo (opcional)

Preparación
Preparar siguiendo las instrucciones del preparado para cuajada. La que yo usé, de Royal, se prepara separando 250 ml de leche y mezclándolos en frío con el sobre para cuajada. Por otra parte, se lleva a ebullición el resto de la leche, se le añade el cacao y la vainilla, la leche con la cuajada y la pizca de guindilla molida si la usas. Retirar del fuego, y remover continuamente. Volver a poner al fuego, y seguir removiendo. Cuando esté a punto de hervir de nuevo, retirar definitivamente del fuego, probarla y añadir edulcorante al gusto. Repartir en los 4 vasitos, dejar enfriar y llevar al frigorífico al menos 4 horas, mejor toda la noche. 

Nota: si a pesar de remover todo el tiempo, la mezcla final presenta grumos, pásala por la batidora para que quede  lo más homogénea posible y resulte más agradable. 


Ensalada picante de naranjas

abril 01, 2013

A que no hace falta que ponga la receta hoy, ¿verdad? Esto es un wysiwyg de libro. Vamos, que lo que ves es lo que hay, sin trampa ni cartón.
Ya casi ha acabado la temporada de naranjas, y de hecho, esta ensalada la preparé hace unas semanas, así que tenía que publicarla ya para que os de tiempo a probar si todavía encontráis buenas naranjas por ahí.
Había usado la naranja en ensaladas dulces, como postre, con otras frutas, pero me apetecía mucho ponerla en una ensalada como entrante, o como acompañamiento a un plato principal, así que me decidí por esta combinación.
Yo creo que es perfecta para acompañar platos de cerdo y asados, porque es muy fresca y el toque picante le va perfecto para cambiar el sabor.
La única recomendación: no la presentéis, como yo, sobre platos de pizarra, si queréis que os duren. El zumo que suelta la naranja y el aliño me dejaron marcado el plato. Así que no es buena idea. Para nada.




Ensalada picante de naranjas

Ingredientes:
1 naranja por persona
Unas uvas pasas
Chile verde y chile rojo picante
Queso crema (puede ser de untar, o tipo burgos, o requesón, al gusto, pero lo más neutro posible)
Pimienta negra
Pimienta rosa
Aceite
Sal


Limpiar la naranja sin dejar nada de la parte blanca y cortarla en rodajas finas. Ponerla sobre el plato de servir. Añadir unas cuantas cucharaditas de queso, pasas, y el chile cortado en rodajas tan finas como sea posible. Espolvorear con la sal y las pimientas recién molidas y añadir un chorrito de aceite de oliva.
No puede ser más simple, pero está delicioso.


 
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