Berenjenas con crema picante de yogur y limón

Este plato no es ni siquiera un plato. Estas berenjenas son una de esas cosas que una hace cuando ha estado un rato ojeando un libro de Yotam Ottolenghi y quiere cocinar a su estilo pero sin seguir una receta. 
A mí me gustaba Yotam Ottolenghi cuando vivía en España y sólo conocía un par de sus libros. Pero fue mudarme aquí y verlo en algun programa en la tele, y en el periodico y seguirle en twitter, y... desapareció la magia. 
Lo sé, el pobre Yotam tendrá el corazón partido cuando lea esto, pero en mi ingenuidad absoluta a pesar de mis años, me gustaba cuando pensaba que me lo podía creer. 
Lo que me pasaba, supongo, es que yo no sabía que este señor es otro cocinero estrella (celebrity chef los llaman aquí). Es una marca, es un negocio, del que yo apenas había visto un par de cosas. 
No os he hablado lo suficiente de la industria de los canales de cocina, de los programas de cocina fuera de los canales de cocina, de los concursos de cocina, de las marcas con productos de todo tipo que se asocian al chef televisivo de turno. Si os parece que en España la gente se hace un plato precocinado para sentarse a ver un programa de cocina (una frase del Guardian que El Pais traduce literalmente sin citar, pero no nos pongamos tampoco estupendos), no os queráis imaginar lo que es aquí. 
Todo lo que tiene que ver con la gastronomía y la alimentación está envuelto en el mejor marketing que os podáis imaginar. Y os aseguro que ese marketing es bueno. Este es uno de los mercados más competitivos del mundo, así que no hay sitio para fallos. 
Seguro que os suena al menos de haberlo visto por Internet un programa que se llama el "Great British Bake Off". En el peor de los casos, si no os suena de nada, este es el programa en el que se basó  "Deja sitio para el postre" (vamos que la fórmula funcionaba y ya es una franquicia) . Pues bien, EL GBBO (aquí es que lo de las siglas es una enfermedad de lo más contagioso) empezó siendo un programa de relleno en el segundo canal de la BBC un verano que andaban flojos de programación. Los primeros sorprendidos fueron los productores y la misma cadena, porque esa primera serie tuvo bastante más éxito del que esperaban y ahora, cuatro años después, los ganadores son pequeñas estrellas en el firmamento de los celebrity-chefs, tienen sus libros, sus colaboraciones en medios de comunicación, y el programa se emite en horario de máxima audiencia, ahora ya en BBC1 y es responsable de la fiebre repostera que afecta seriamente a este país. Toda esta larga historia viene a que uno de los finalistas de este año declaró haber evitado presentarse el año anterior porque quería estar preparado. Estuvo un año entero practicando y preparando sus creaciones antes de enviar su solicitud, entrar en el programa, y llegar hasta la final. 
Ese es el perfil. Ese es el planteamiento. Así que si un simple aficionado a la repostería con hambre de fama se prepara de esa manera os podéis hacer una idea de lo que queda de creíble y de genuino en todos estos tipos cada vez que se asoman a la pantalla. 
Desde que estoy aquí apenas he comprado libros de cocina. Y os lo dice una adicta confesa al tema. 
Apenas lo he hecho porque cada vez me interesan menos. Todo lo que veo es un envoltorio maravilloso, un trabajo de diseño gráfico, de fotografía (vale, confieso que los pocos que he comprado ha sido por eso) muy pulido y muy profesional, pero también muy idéntico a sí mismo en todas las editoriales (tienen su público y lo saben, le dan lo que saben que vende, y suele ser más de lo mismo, pero es natural, ese es su negocio) pero nada de cocina. Ni técnica, ni imaginación, ni atrevimiento, ni descaro, ni nada de nada, vaya. 
Esa pequeña decepción con Yotam Ottolenghi (que a veces creo que está crionizado, como Disney, y lo sacan para hacer y decir siempre lo mismo) me pasó mucho, mucho antes con Jamie Oliver. 
Yo me encontré con Jaimie justo en su primera serie de televisión. Estaba de viaje de trabajo en Londres, y recuerdo haber encendido la tele al llegar al hotel después  de un día agotador sin más intención que elegir con qué programa dormirme. Y de pronto me encontré con un chaval que cocinaba como un guarro, metiendo las manos en todo, sin técnica, sin lógica, pero con todo el encanto y el atrevimiento que te dan los pocos años y saber que esa es la oportunidad de tu vida. Cuando al día siguiente compré su libro en el aeropuerto, pensé en lo distinto a todo lo que había visto antes que era este chico (os hablo como de hace casi 15 años, que ya llevo horas de vuelo), y lo que me había gustado su programa. Luego le fui siguiendo intermitentemente. -Os recuerdo que hubo un mundo antes de internet en el que You Tube no existía-. Lo poco que le había ido viendo no me convencía como cocinero, así que su primer libro en mi biblioteca de cocina y el recuerdo de aquel primer programa era casi todo lo que quedaba en mi cabeza del monstruo mediático que es ahora. 
Cuando me mudé aquí y vi uno de sus nuevos programas en la tele la sensación fue bastante desagradable. Fue como volver a ver a un amigo de instituto (calculo que debemos ser de edades parecidas) al que le han caído todos los años encima. Y de pronto se ha hecho un señor mayor. Tú sigues viendo en tu cabeza al chaval divertido y lleno de encanto, pero la realidad te está imponiendo  a un señor con una mueca que te quiere vender algo que no se cree ni él mismo.
Sí, soy una ingenua y una sentimental, qué le voy a hacer.  (inserta aquí un suspiro largo y sonoro). 
Así que igual me quedo también con la idea original que me formé de Yotam Ottolenghi en lugar de lo que luego resultó ser, y uso sus omnipresentes berenjenas y su estilo en lugar de sus recetas originales para hacer una receta fresca y fácil.  

Yo tengo que decir que las berenjenas me encantan, de todas, absolutamente todas las maneras. Estas de hoy solo con una salsa de yogur y limón ligeramente picante son una delicia. 



Berenjenas con crema picante de yogur, limón y menta.

2 berenjenas
2 dientes de ajo
4 cucharadas soperas de aceite de oliva extra virgen
Un buen manojo de perejil fresco
1 yogur griego natural
Zumo de medio limón mediano
Un chile fresco
Sal marina

Preparación
Lava las berenjenas y ábrelas por la mitad longitudinalmente. Haz unos cortes en la pulpa con la punta del cuchillo. Sala las berenjenas ligeramente y déjalas boca abajo, aproximadamente una hora, en un colador grande para que suelten su agua. En una sartén grande, calienta 3 cucharadas de aceite y pon las berenjenas con la carne tocando la sartén. Deja que se hagan a fuego medio-bajo durante una media hora. Una vez tiernas, colócalas en una fuente apta para horno, boca arriba, espolvorea con el ajo y perejil picado. Rocía con un chorrito de aceite de oliva y lleva al horno, a gratinar, unos 15 a 20 minutos.
Prepara una salsa mezclando el yogur griego con un diente de ajo picado, el chile y el zumon de limón. Salpimenta, y sirve con perejil y un chorrito de aceite de oliva junto con las berenjenas.


Notas: Yo solía salar las berenjenas y dejarlas expulsar su agua, porque se supone que este paso es necesario para que no amarguen. Si no tienes tiempo o ganas y te lo saltas, te aseguro que no va a pasar nada. Yo ya no lo hago a menos que tenga mucho tiempo, porque no hay diferencia, la verdad.
Si quieres reducir el aceite al freírlas, añade el justo para que no se peguen y luego ve añadiendo el agua que necesiten para no pegarse al fondo, cucharada a cucharada.

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1 comentario

  1. Anónimo1/5/15 22:44

    Hola!
    todo este mundo cocineril de chefs mediáticos tiene un recorrido limitado, cuando tienen ese exceso de mercantilismo como tu comentas dejas de creer en ellos,a pesar de que no se les puede negar que en algún momento han aportado alguna novedad, especialmente en la forma de comunicar.
    La sensación que tengo últimamente es que en todos los blogs damos vueltas en círculo, y encontrar recetas de cocineros con talento reproducibles en una cocina casera no es tan sencillo como antes.

    Y las berenjenas... es una buena fórmula para cocinarlas, sobre todo el saltarse el "sudado", que parece que esté en los 10 Mandamientos!...mola saltarse el paso.
    Saludos!
    Marisa

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